EUGENIO LÓPEZ CANO
Era costumbre el Sábado Santo, por la mañana, Día de Resurrección, que grupos numerosos de chiquillos con gran griterío y batiendo cencerros, cascabeles, campanillos y matracas, colgados al cuello, o atados a la cintura, o cruzados al pecho, recorrieran las calles del pueblo y entraran en las iglesias para ayudar a despertar al Señor, antes de que repicaran todas las campanas.
FOTOGRAFÍA
A media mañana del sábado de Gloria un revuelo de chiquillos, acompañados de cencerros, campanillos y matracas, recorrían las calles y templos anunciando la resurrección del Hijo de Dios (Don José Antonio Cortés Huertas, 1950. Cedida por don Antonio Muñoz).
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