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De zorras y mujeres

Charo Ceballos

Cuando comenzó la polémica de la canción ganadora del Benidorm Fest me vino a la cabeza el libro que escribió Fadela Amara, no por el contenido (absolutamente recomendable), sino por el título del mismo, a saber: “Ni putas, ni sumisas”. Esta dicotomía de la puta o la santa ha acompañado a las mujeres a lo largo de la historia y de sus vidas particulares. No había escalas de grises, o eras una zorra o eras una estrecha. Cuántas veces se oía decir de alguna mujer, “esa tía tira”, para dar a entender que la susodicha era “un poco zorra” y muy fácil de “llevar al huerto”. Lo que a los hombres le hacía unos machos delante de sus amigos, a las mujeres las condenaba a la más absoluta descalificación, y cuánto más pequeño era el núcleo poblacional, mayor era la sanción social. La palabra zorra dirigida a una mujer define lo que define y significa lo que significa, y no hay paños calientes, eso de “resignificar” el término para hacerlo empoderante es una filfa, un discurso misógino y facilón, imagino que, para vender más, porque al final estas polémicas lo que traen es muchos beneficios para muy pocos. ¿Existe una campaña de marketing perfectamente orquestada detrás de todo esto? Lo desconozco, pero lo que sí es cierto es que Montserrat Boix, delegada de Igualdad, Diversidad e Inclusión de Radio Televisión Española presentó la dimisión de su cargo tras sentirse en desacuerdo por la elección de la canción “Zorra”. En los tiempos que corren, que alguien dimita siendo coherente con su cargo y con lo que representa es muy raro y, desde luego, la honra.

El zorro siempre ha sido el astuto, el brillante, el inteligente. La zorra siempre ha sido la prostituta, no lo digo yo, lo dice la RAE en su séptima acepción (7. f. despect. malson. prostituta.)

Sea como fuere, lo que sí es cierto y así lo siento como feminista radical es que el mensaje de la canción no es feminista, no nos empodera y sigue perpetuando los más rancios estereotipos misóginos y machistas. La canción tiene un texto pobre y una rima facilona, pero no seré yo la que abogue por la censura, que cada uno cante lo que quiera, pero lo que no podemos consentir es que se considere un himno feminista, porque no lo es. No se puede permitir que la última palabra que escuchan las mujeres antes de ser asesinadas a manos de sus maltratadores sea resignificada para darle una pátina de feminismo liberador y empoderante, porque es falso y porque en el imaginario colectivo una zorra siempre será una puta, una golfa, en definitiva, una mujer marcada.

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