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La obra de Edward Cooper

Aureliano Sáinz

Uno de los aspectos menos conocidos del hispanista y profesor Edward Cooper es su faceta de historiador e investigador de los castillos del Reino de Castilla y de las fortalezas de España. Bien es cierto que en Alburquerque es recordado por las visitas que realizó para defender el Castillo de Luna ante la amenaza de la grave alteración que se iba a llevar a cabo con el proyecto de la hospedería de lujo al transformarse la fisionomía y la función de la fortaleza.

Cuando le pedimos su apoyo, él podía habernos enviado un escrito defendiendo nuestras tesis, dado que no tenía necesariamente que hacer acto de presencia en el pueblo. Sin embargo, no fue ni una ni dos, sino que vino numerosas veces a Alburquerque. Además lo hizo para verse con los responsables de la Junta de Extremadura con el fin de argumentarles su total rechazo a ese proyecto. Todo un gesto de entrega y generosidad.

He hablado de él en otros momentos. También en el libro Vida y muerte de don Álvaro de Luna le dediqué un capítulo a su persona. Y ahora, puesto que su figura de investigador de los castillos de España es inmensa, me ha parecido conveniente presentar de manera breve los libros que publicó para que veamos que nos encontramos con la máxima autoridad en castellología en nuestro país.

Tal como he comentado en otras ocasiones, Edward Cooper llegó a nuestro pueblo a mediados de los sesenta, para comenzar su tesis doctoral sobre las fortalezas del Reino de Castilla. (Para no equivocarse, conviene tener en cuenta que, en la Edad Media, Extremadura formaba parte de este reino, el más grande de la Península Ibérica.)

Por aquellos años, estuvo visitando castillos, haciendo fotografías, tomando notas, consultando y escribiendo. Como resultado de toda esta actividad, en 1991, salió editado todo ese trabajo, nada menos que en cuatro volúmenes, con el título de Castillos Señoriales en la Corona de Castilla.

Este inmenso trabajo, al que yo llamo “la Biblia de los castillos del Reino de Castilla”, dado que allí aparecen con todo detalle tanto la arquitectura como la historia de los personajes relacionados con esas fortalezas, fue publicado por la Junta de Castilla y León. En la actualidad, la edición está agotada, por lo que solo unos privilegiados tienen esos cuatro volúmenes.

Pero este gran hispanista no se contentaría con el estudio de las fortalezas de Castilla, sino que continuó con su actividad incansable de investigación, de modo que lo amplió a la mayoría de las fortalezas esparcidas por España. Así, en 2014, vio la luz La fortificación de España en los siglos XIII y XIV. Son en total más de mil páginas, en la que encontramos con todo detalle los estudios del Castillo de Luna, de Azagala y de Piedrabuena.

Su gran prestigio dentro de los historiadores medievalistas condujo a que presidiera los congresos internacionales celebrados en nuestro país cuando se trataba de los castillos. De ahí que muestre el de Arquitectura fortificada celebrado en la Comunidad de Castilla y León. Por otro lado, su interés por este reino dio lugar a un trabajo de investigación histórica sobre los Comuneros de Castilla, aparecido en 2019.

Seguramente, la obra más exhaustiva que ha visto la luz es Castillos de España, publicada por la editorial Everest en tres grandes volúmenes. En ella aparecen referenciados por Comunidades Autónomas todas fortalezas de nuestro país. Y, lógicamente, quien coordinó este inmenso trabajo fue Edward Cooper.

Cierro, indicando que han sido bastantes los artículos en los que este hispanista ha aparecido en las páginas de Azagala, sea en su versión impresa o digital. En esta ocasión he acudido a una fotografía que se realizó de manera colectiva en una de las varias visitas al castillo, de forma que he destacado su figura para la portada del artículo. Y es que, a pesar del rostro serio que muestra en este caso, lo cierto es que tenía un gran sentido del humor, un humor británico que desplegaba cuando se sentía apreciado por la gente y el lugar en el que se encontraba, como era el caso de Alburquerque.

Así pues, creo que bien merece este gran historiador ser recordado entre nosotros con un pequeño reconocimiento, ya que sus visitas al pueblo fueron habituales a partir de 2008, hasta que, por razones de salud, le fue imposible salir de Londres, ciudad en la que residía.

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