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Fama y prestigio

Aureliano Sáinz

A finales de 2007, Francis y quien esto firma, junto con otros amigos de Alburquerque, iniciamos una aventura que el paso del tiempo nos ha acabado dando la razón. Y empleo el término aventura pues, como todos sabemos, por aquellas fechas el pueblo estaba dominado con mano de hierro por alguien que ya no tiene ninguna significación en la dinámica institucional, más allá de que tuviera que rendir cuentas de todas sus tropelías.

Pues bien, esa aventura era la de crear una revista que recibió el nombre de Azagala y que estaría editada por una asociación cultural que registramos como Colectivo Cultural Tres Castillos. Las funciones nos la repartimos en el sentido de que él sería el director de la revista y, en mi caso, presidiría la asociación cultural, que fue registrada con todos los requisitos legales.

Han transcurrido nada menos que 16 años desde su formación y todavía sigue con gran vitalidad, ya que, tras otros presidentes, se ha hecho cargo José Manuel Leal, quien ha potenciado el valor de la asociación al responsabilizarse también de Azagala Digital.

No es necesario que diga que el Colectivo Cultural Tres Castillos ha adquirido un sólido prestigio por el trabajo que todos los miembros desplegamos, más aún, cuando los que participamos en él lo hacemos de modo desinteresado. Ejemplo de ello es que Azagala nunca ha recibido ninguna subvención oficial para su mantenimiento y publicación y, sorprendentemente, ha llegado a los 140 números.

Si hiciera un repaso, podría comenzar por las últimas actividades, como son los viajes programados a distintas ciudades portuguesas y que tan buena acogida tienen entre aquellos que se suman a estas visitas en las que el disfrute y el compañerismo están muy presentes.

Sin embargo, me voy a remitir a uno de los objetivos iniciales: el apoyo de los tres castillos -Castillo de Luna, Azagala y Piedrabuena- que son referentes de nuestro pueblo. También quiero citar al gran historiador, Edward Cooper, que muy pronto, ante la invitación de Adepa, se ofreció para la incondicional defensa del castillo de Alburquerque.

Este gran amigo, ya fallecido, también colaboró de manera estrecha con el Colectivo Cultural Castillos, fuera con entrevistas y artículos inéditos en nuestro país, que, una vez traducidos del inglés, eran publicados en Azagala. De él podemos decir que tenía un gran prestigio y, sin embargo, no era lo que se denomina un personaje famoso, ya que la fama suele ser otra cosa.

Foto del castillo realizada por Cooper

Si he traído estas reflexiones sobre nuestra asociación y sobre Edward Cooper se debe a que me ha llamado poderosamente la atención la intervención del portavoz del Partido Socialista en el último Pleno Municipal, en el que se leyó una petición firmada por su actual presidente, en la se pedía que se tramitara a la Junta de Extremadura, como propietaria del Castillo de Luna, el que se pudiera colocar una placa en su homenaje.

Y me sorprende por varias razones. Una es que tanto un particular como distintas asociaciones pueden registrar peticiones para que sean debatidas y aprobadas (o no) en un Pleno Municipal, tal como se ha hecho en otras ocasiones.

Pero, sobre todo, en su reiterada insistencia de que la petición del Colectivo Cultural Tres Castillos “no viene respaldada por una recogida mayoritaria de firmas” y que “no es una petición popular”.

¿Debemos, pues, empezar a recoger firmas en los cientos de suscriptores y compradores que tiene la revista Azagala para confirmar que quien edita la revista es una asociación solvente y con el prestigio suficiente en Alburquerque para que sea atendida su petición? Igualmente, ¿debemos recabar el apoyo de los miles de lectores y comentaristas mensuales que acoge Azagala Digital para que se lleve a cabo este pequeño homenaje que se pide para el gran historiador ya fallecido y que vea su nombre reconocido en el pueblo que tanto quiso?

Para no extenderme en exceso, quisiera apuntarle al portavoz socialista que a lo largo de esos dieciséis años nos hemos enfrentado a muchos más obstáculos de los que él pueda imaginarse y que, a pesar de todo ello, no hemos cejado en nuestro empeño en la defensa de Alburquerque, dado que ninguno de nosotros buscamos la fama, ni tampoco ningún cargo, ni ninguna medalla, sino que nos basta con el reconocimiento o prestigio que nos da el largo trabajo que hemos desplegado en todo este tiempo.

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