ELÍSABETH GARCÍA ROMÁN
En principio he de decir que estoy de acuerdo con quienes abogan por la creación de una disciplina que podría llamarse Historia Visual, en la que se estudiarían las interacciones entre las imágenes del pasado y los sentimientos humanos. No cabe duda de que las imágenes facilitarán la imaginación del pasado con más lucidez, pero también entiendo las críticas por la subjetividad del material fotográfico y, por tanto, la puesta en duda de su validez como fuente documental. En este sentido, no difiere la imagen de lo que ocurre con cualquier documentación histórica escrita, de la cual se puede y se debe también cuestionar su objetividad. Es más, pienso personalmente que siempre hay al menos dos versiones de la historia.

El enfoque crítico aplicado por los historiadores -cuándo, dónde, por qué y quién produjo la imagen- es una buena fuente de partida. Posteriormente, hay que interpretar la imagen, y esto ya es mucho más complicado.
Iconografía y etnografía escolar: estado actual de la cuestión
El intenso debate sobre el valor de las imágenes alcanza extremos de auténtica iconofobía al negar algunos con rotundidad que puedan ser utilizadas para el análisis de la historia de la escuela y de la clase.

Dentro de este debate, siguiendo a la autora de referencia, María del Mar del Pozo Andrés, hay varias tendencias, una de las cuales, la conocida como comunicativa, parte de la conceptualización de la fotografía no como imagen sino como texto con su discurso y abierto a diferentes interpretaciones. Estos autores utilizan como fuentes un número limitado de fotografías, de interiores de aulas antiguas y modernas, o de alumnos como grupo organizado, y su visionado les conduce a reflexiones sobre el papel de lo visual en la historia de la educación. Cuestiones como si existe una imagen universal de lo que puede llamarse escuela y clase, el papel de la memoria en la interpretación de la fotografía, los elementos que caracterizan las prácticas escolares y los silencios y las ausencias son algunas de las ideas de este debate.

En una segunda tendencia, la narrativa, el investigador parte de documentos visuales, fundamentalmente fotográficos, y se convierte en narrador de la historia que las imágenes le cuentan. No se deja llevar solo por la dinámica de las fotografías, sino que el investigador utiliza su propia historia, fundamentada en hipótesis definidas y ligadas a lo visual, pero también en su conocimiento del contexto histórico, sin el que no podría haberse escrito el trabajo. La temática es muy diversa porque se centra en aspectos muy concretos de la historia escolar, que a veces trascienden del espacio del aula pero que guardan relación con las prácticas escolares. Por ejemplo, Mª del Mar del Pozo, utilizando imágenes y fotografías publicadas en la prensa y provenientes de fuentes privadas, ha estudiado la visibilidad/invisibilidad de las maestras en distintos momentos históricos o de todo el colectivo docente en el franquismo.

Una tercera tendencia, la categorial, analiza diferentes categorías para establecer tipos, modelos y estereotipos de las prácticas y relaciones producidas dentro del aula. Por ejemplo, Ulrike Mietzner y Ulrike Pilarczyk analizaron el significado de los gestos, las expresiones faciales y los movimientos en las fotografías escolares alemanas desde 1945, categorizando a partir de una base de datos que comenzó con diez mil fotografías, los motivos típicos que se repiten en las imágenes de maestros y maestras, examinando sus variantes en los contextos culturales diferentes de las dos Alemanias y analizando si determinados modelos iconográficos fueron consecuencia del adoctrinamiento pedagógico estatal.
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PORTADA: Escolares en Alburquerque.
FOTOS 2, 3, 4 y 5: Aulas durante el régimen franquista.
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