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LA MEMORIA VISUAL DE LA ESCUELA (2). La memoria visual como patrimonio gráfico y comentario personal

ELÍSABETH GARCÍA ROMÁN

Siguiendo con mi trabajo sobre la memoria visual en la escuela y recurriendo de nuevo a Eulalia Collelldemont, vemos como uno de los problemas actuales es la proliferación de usos anecdóticos de las imágenes históricas, porque una imagen, aunque sea relevante por sí misma, para significarse requiere entrar en relación con otras imágenes. Por tanto, hay que dejar claro cuál es el motivo de la creación de una colección de imágenes. Por ejemplo, disponer de una tarjeta postal en la que aparece un edificio escolar puede trasladarnos en el tiempo, pero para captar la importancia que adquirió a inicios de siglo la construcción de edificios escolares se necesita una colección de tarjetas postales.

  Por otra parte, es necesario conocer el origen de la imagen y la historia que esta encierra. Saber si una representación fue creada para proponer un nuevo modelo de educación, si ilustraba una realidad o un sueño, si era usada como testimonio de un proceso educativo, etc., son elementos que hoy nos ayudan a leer la imagen. Por ello, ante la abundancia de imágenes desinformadas que aparecen tanto en las redes como en exposiciones educativas, debemos insistir en la documentación, posterior catalogación, y contraste con las fuentes orales y testimonios escritos.

  Finalmente, en cuanto a la difusión de las imágenes, éstas no pueden seguir siendo un complemento museográfico que acompaña los textos o los objetos, sino que han de ser ellas mismas protagonistas. 

Comentario personal

Hay un asunto que me ha llamado la atención, en concreto el referente a que las imágenes escolares que vemos del siglo XX aparecen siempre muy ordenadas. Entiendo que esto se utilice con fines pedagógicos e incluso propagandísticos: el orden necesario en la relación escolar y en la propia sociedad. Pero he visto algunas fotografías de finales de los años 30 con niños descalzos en la escuela, lo que hace suponer que fue un “fallo” del centro, o del maestro, ya que muestra una imagen de pobreza que no gustaba nada al Régimen. Esto me hace pensar que el profesional no se dio cuenta del detalle, cosa que me extraña, porque los niños están perfectamente ordenados, o que quería mandar un mensaje crítico destinado a remover conciencias y buscar una solución.

  Por otra parte, es cierto que muchas veces sacamos conclusiones de lo que nos muestra una sola fotografía, sin contar con otras fuentes de información alternativas, cuando se necesitaría una colección de imágenes para poder deducir algo y generalizar una situación. Evidentemente, en una investigación, nuestro hallazgo no tendría valor ya que estamos ante un estudio de caso único, sin control ni información adicional. Sin embargo, actualmente incluso, se generaliza, especialmente en las redes sociales, a partir de una sola imagen, estableciendo causalidades que pueden llegar a ser peligrosas.

  Al final del texto, me quedo con ganas de profundizar en la materia, porque entiendo que se trata de un asunto, el de la iconografía de la educación, escasamente investigado y con un campo de posibilidades enormes.

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PORTADA: Foto de un grupo de escolares en Alburquerque, donde se ven a algunos niños descalzos. (Cedida. Derechos reservados)

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