Aureliano Sáinz
De un tiempo a esta parte, compruebo que de nuevo vuelve a aparecer el bigote en el rostro de hombres, más o menos, jóvenes. Posiblemente, el bigote nunca se fue del todo, porque algunos lo han portado contra viento y marea; aunque, imagino, que en estos tiempos lo asociábamos ya a épocas pretéritas, en las que era una especie de símbolo de la masculinidad, pero, pasada su época dorada, acabó convirtiéndose en algo anacrónico.
Personalmente, esto lo veo como una cuestión de moda y de gustos, porque todo aquello que viene referido a las estrategias del propio cuerpo cada cual las gestiona como mejor le pueda parecer. Con todo, no viene mal echar un vistazo a algunos de los estilos de bigotes que hemos conocido en personajes famosos y recordar algunas de sus variedades.
Y si comenzamos entrando en la fábrica de sueños que, como bien sabemos, es el cine, de manera instantánea me viene a la mente la figura de Clark Gable, rostro inolvidable de seductor masculino que reiteradamente hemos visto en Lo que el tiempo se llevó, una de las cintas míticas que cosechó nada menos que 8 Oscars. De ahí que lo haya seleccionado en un fotograma de la película para la portada de este artículo.
Pero si hay un bigote, o bigotillo, que se convirtió en icono de un personaje terrible es el de Adolf Hitler, por lo que si ahora se le superpone uno similar al rostro de cualquier fotografía masculina, rápidamente, lo asociamos con el intento de descalificarlo como personaje terriblemente fanático y odioso. Curiosamente, Charles Chaplin, en su personaje de Charlot, llevaba uno de este tipo, aunque su significado fuera diametralmente distinto.
Un tipo de bigote, con un sentido bien diferenciado al bigotillo de Hitler, es aquel con el que aparecía el actor mejicano Mario Moreno en su entrañable personaje de Cantinflas. Tan singular era que a nadie se la ha ocurrido dejarse uno similar, pues inmediatamente conduce a la risa o a la mofa.
Hay bigotes estrambóticos, pero el que se lleva la palma, no me cabe la menor duda, es el que creó Salvador Dalí cuando alcanzó la fama. Este histriónico y genial pintor quería mostrarse siempre como un ser estrafalario y el centro de atención de todas las miradas, por lo que debía construirse un bigote tan singular con el fin de que la gente siguiera sus absurdas ocurrencias y, de este modo, salir en las portadas de todos los medios. ¡Y, claro, que lo logró!
No podemos dejar de lado un tipo de bigote que se gestan como los buenos vinos: reposando con el paso del tiempo, por lo que se asocia con los años madurez. Me refiero al mostacho, como el que porta mi amigo Esteban Santos, y que a mí me recuerda a la legendaria figura del revolucionario mejicano Pancho Villa, tal como lo vemos en esta foto que, lógicamente, está tratada a color, pues por su época las fotografías eran en blanco y negro.
Podría seguir buscando más modalidades de bigotes, pero como de lo que se trata es de dar a conocer que comienza a ponerse otra vez de moda, muestro una fotografía del actual jugador bético Héctor Bellerín, que fue la figura que me hizo ver que el bigote retro vuelve a renacer y que ahora no está reñido con los tatuajes o llevar un poco de melena. Vamos, todo un revoltijo de novedades.
Y es que en los actuales tiempos que vivimos cualquier look es posible, por lo que inventarse o reinventarse ya no es privativo del género femenino. Ahora también a los hombres nos ha llegado el turno con múltiples estilos con los que adornarnos: peinados, coletas, barbas, bigotes, perillas, patillas, piercings, tatuajes… Así, ya podemos salir a nuestro gusto y, de paso, comprobar cuánto tiempo lo portamos hasta que se nos ocurra otra idea distinta, ya que la moda, como bien sabemos, en estos tiempos tiene un ritmo implacable.
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