Aureliano Sáinz
Recientemente he leído un artículo referido a las elecciones portuguesas que se celebrarán el 10 de marzo y en el que me he topado con el nombre de Miguel Albuquerque, relacionado con la isla de Madeira. Esto me ha traído a la mente la duda que existe sobre estas dos formas de denominación muy relacionadas con nuestro pueblo, especialmente, al origen toponímico de Alburquerque.
Está muy extendida la idea de que tiene un origen romano, Albus Quercus,que solemos traducir como “Encina blanca”. Aunque también hay quienes sostienen que bien podría proceder del árabe, Abu-al-Qurq, que se correspondería con “País de alcornoques”, traducción un tanto amplia, ya que abu en árabequiere decir ‘padre’.
Esta es una controversia que me parece no está cerrada, pues, creo, que no hay elementos físicos que confirmen una u otra procedencia.
Lo que sí todos sabemos es que la segunda ciudad de Nuevo México, en Estados Unidos, se llama Albuquerque, sin la ‘ere’ tan sonora que caracteriza el nombre de nuestro pueblo.
Las explicaciones que se han dado para que no tenga esa consonante no son muy convincentes, en el sentido de que en inglés se pronuncia de modo más fácil sin ella. Y digo que no es muy convincente dado que este Estado perteneció a Méjico, por lo que hay localidades con nombres tan castellanos como la propia capital, Santa Fe, o localidades como Rio Rancho, Santa Rosa, Las Cruces, Artesia, en los que aparece esa consonante tan fácil para de pronunciar para nosotros, pero tan complicada para los estadounidenses que tienen el inglés como lengua nativa.
Lo que sí sabemos es que Albuquerque estuvo hermanado con nuestro pueblo, aunque ahora no sabemos bien cuál es la relación que hay entre ambos sitios. De igual modo, la mayor referencia que se tiene de la ciudad estadounidense es su Festival Internacional de los Globos, que se celebra todos los años y que, parece ser, se convierte en un magnífico espectáculo, digno de ser admirado.
Por otro lado, en esta polémica, quedan pendientes los apellidos Alburquerque, que portan algunas personas en nuestro país, y Albuquerque, que lo lleva gente de origen luso.
Y sobre esta diferencia no podemos argumentar que los portugueses suprimieron la ‘r’ para adaptar ese nombre al portugués, puesto que el apellido en esta tierra hermana proviene de muchos siglos atrás. Basta considerar que uno de los grandes nombres de este país es Afonso de Albuquerque, nacido en 1453, es decir, el mismo año en el que se ejecutó a don Álvaro de Luna en Valladolid.
Brevemente, quiero apuntar que Afonso de Albuquerque fue almirante, un militar cuyas acciones y conquistas dieron lugar a la creación del Imperio portugués en la zona del océano Índico. Es tal su relevancia en la historia de Portugal que se le recuerda con uno de los monumentos más relevantes en la ciudad de Lisboa.
No quiero extenderme más, puesto que, tras consultar en distintos sitios, he llegado a la conclusión de que Alburquerque y Albuquerque conviven como topónimos de localidades y de apellidos, sin que se sepa con claridad si tienen un origen común o nacieron de manera independiente.
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