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Las excelencias que conocimos en la apasionante visita a Campo Maior y Ouguela

FRANCIS NEGRETE/ AZAGALA

Campo Maior está a solo 30 kilómetros de Alburquerque y la mayoría de alburquerqueños van a esa próspera localidad rayana a pasar el día en su amplio Jardim, a comer en alguno de sus restaurantes o incluso a comprar en el Continente, y prácticamente todos han asistido a su Festas do Povo, la conocida como Fiesta de las Flores; sin embargo pocos conocen su enorme patrimonio monumental e histórico. Por eso disfrutaron tanto los miembros de la expedición de 25 personas que ayer visitamos Campo Maior en una excursión organizada por el Colectivo Cultural Tres Castillos, editor de esta revista, de la mano de un guía de lujo, Moisés Cayetano, sin cuyos extraordinarios conocimientos y su genial forma amena y didáctica de trasmitirlos, no sería igual.

Por ello este Colectivo está tan agradecido de la generosidad de Moisés, quien nos está abriendo las puertas para conocer el gigantesco patrimonio monumental, cultural, y también gastronómico e incluso humano de nuestro querido país vecino. De esto último, una muestra más la encontramos ayer en el trato amable, entregado de varias personas, entre ellas el presidente de la cámara municipal (alcalde), Luis Rosinha, quien tuvo la deferencia de pasar una hora con el grupo, hablar con nosotros, conocer al alcalde de Alburquerque Manuel Gutiérrez, quien también tuvo el buen gesto de desplazarse a Campo Maior para estar un rato con los excursionistas y encontrarse con su homólogo portugués, y con el teniente de alcalde de La Roca de la Sierra, Alfonso González, quien ya es fijo en los viajes y miembro del grupo Combatientes. También recibimos el trato exquisito de Sara Rodrigues, la encantadora guía de la Casa de las Flores y del Museo Aberto, un singular y bellísimo museo etnográfico. Otro portugués entrañable que conocimos fue Antonio Gonçalves, anfitrión y propietario de la Bodega da Torre, donde comimos. La bodega trata sus vinos con una metodología antigua, fermentando las uvas en tinajas de barro, tras la cual los caldos son filtrados y transferidos a cubas de acero inoxidable donde pasan unos meses antes de ser embotellados para su venta.

  Pero la primera parada fue la plaza de la República para ver uno de los pelourinhos más hermosos de la península, declarado Monumento Nacional, donde Moisés Cayetano empezó con sus apasionantes explicaciones. De allí fuimos al castillo, restaurado con pulcritud como el resto de monumentos que visitamos. El castillo tiene un Centro de Interpretación recientemente inaugurado, ricamente dotado de materiales, maquetas, cartografía, etc. A su alrededor se despliegan unas amplias explanadas, rodeadas por muralla y baluartes del siglo XVII, que rivalizan en belleza y grandiosidad con los de Elvas. Merece la pena recorrerlos con detenimiento: constituyen miradores excepcionales.

Museo Aberto

 La siguiente parada, la más larga, fue el Museu Aberto do Quartel do Assento (donde también se encuentra el Centro de Interpretação das Festas do Povo -Casa das Flores). El Museu Aberto está dedicado a aspectos antropológicos y etnográficos que recrean la vida de mediados del siglo XX: labores agrícolas, trabajos artesanales, vestimentas de época, oficios rurales, así como piezas arqueológicas de valor. La Casa das Flores recrea las famosas fiestas de las Flores de Campo Maior con todo detalle.

  Allí fue a conocer al grupo, gracias a Moisés, hombre muy reconocido en Portugal, el joven alcalde Luis Rosinha, quien agradeció la visita de la expedición en la que había personas de Alburquerque, La Roca de la Sierra, Badajoz y un hombre agradable de Barcarrota, Antonio Maqueda, que ojalá nos acompañe en próximas excursiones.

  A este museo llegó también el alcalde de Alburquerque, Manuel Gutiérrez, quien contempló con envidia las cosas bien hechas en Campo Maior, en comparación a cómo se han llevado a cabo en nuestra villa, donde ni se ha cuidado el patrimonio ni han existido durante 20 años inversiones millonarias como las de la vecina localidad lusa. Gutiérrez quiso conocer a Rosinha, y ambos, junto con Alfonso González y Moisés, planearon una próxima visita a Alburquerque y a La Roca de la Sierra. También se presentó el ex alcalde Emilio Martín, quien habló como creador del Festival Medieval, cuya idea nación precisamente en Campo Maior.

  Miembros de la expedición aprendieron a elaborar flores de papel como final de la visita al Museo Aberto.

  Posteriormente, Cayetano nos condujo a la Capella dos Ossos, forrada de huesos humanos de la que existe un modelo similar en Alentejo, en Évora: recordatorio pintoresco de que “todos tenemos que morir”. Buena parte de estos restos óseos se deben a los enterramientos tras la explosión del polvorín de 1732, que diezmó a la población campomaiorense y destruyó la mayoría de las viviendas.

Comida en Adega da Torre

Tras la larga caminata, los excursionistas ya sentían hambre y deseos de llegar a la Adega da Torre, donde comimos al estilo rancho un cocido de garbanzos muy distinto al nuestro, con las legumbres cocidas sin las carnes ni el tocino, sino con solo verduras, de manera que es más suave y menos gustoso que el alburquerqueño. Las presas se cuecen aparte y se sirven al mismo tiempo que los garbanzos con caldo abundante.

  Tras yantar, Antonio Gonçalves demostró que Moisés tenía razón: canta fados como si fuera un profesional y estuvo acompañado por dos guitarristas que se desplazaron a Campo Maior para tocar junto al maestro. Era la primera vez que veíamos a un fadista cantar con una gorra y rodeado de botellas de vino de su propia cosecha. Antonio es un hombre sencillo y humilde, que fue concejal del Partido Comunista de Portugal en Campo Maior, y que nos deleitó con cinco hermosos fados. Tras él, Esteban Santos y Pablo Bozas cantaron varias canciones de la mítica murga de Adepa. Tanto Gonçalves como los dos alburquerqueños se ganaron el rotundo aplauso de la concurrencia.

  Y tras el paréntesis llegó la última visita a la pequeña aldea de Ouguela, donde solo residen 54 vecinos. La misma está reforzada por asombrosa fortificación de la Edad Moderna. Sin embargo, las actuaciones más importantes tendrán lugar a mediados del siglo XVIII, en que se le dota a la fortaleza de un baluarte, un medio baluarte, hornabeque y revellín. Tiene al medio del patio central una cisterna visitable, a la que se accedimos por una cómoda escalera recientemente rehabilitada. Igualmente, contiene en el interior la rehabilitada Casa del Gobernador y un horno comunal.

 Algunos finalizaron la jornada tomando unos gin tonics en la destilería de GIN artesanal (destilería Atalaya), que se encuentra en un lugar privilegiado de Ouguela, con vistas inmensas.

  Y nada, ayer mismo hablábamos con Moisés Cayetano de futuras excursiones y él nos habló de varias a elegir, dejándonos ya con la miel en los labios.

PORTADA: Excursionistas con el presidente de la cámara municipal (alcalde) de Campo Maior, Luis Rosinha.

FOTO 2: Alcalde de Alburquerque, Manuel Gutiérrez; teniente de alcalde de La Roca de la Sierra, Alfonso González; alcalde de Campo Maior, guía turístico, el historiador y catedrático Moisés Cayetano, y la guía del Museo Abertu, Sara Rodrigues.

FOTO 3: Algunos de los excursionitas, junto al castillo.

FOTO 4 y 5: Dos de las estancias del Museo Abertu, con la guía.

VIDEO 1: Museo etnográfico dentro del Abertu.

VIDEO 2: Intervención íntegra del presidente de la cámara de Campo Maior.

FOTO 6: Interior de la Bodega da Torre donde fue la comida de rancho.

FOTO 7: Excursionistas junto al propietario de la Bodega, guitarristas y ayudantes de Antonio.

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