EUGENIO LÓPEZ CANO
El origen de la fiesta en honor a la Eucaristía se remonta al siglo XIII, y más en concreto a partir de 1280, siendo su época de mayor esplendor entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVIII. Se tenía por costumbre celebrarla en un principio el jueves siguiente a la Octava de Pentecostés, hasta que en 1990 fue trasladada al domingo siguiente de la Santísima Trinidad.
Si había en el año una fiesta que representara a todas ellas, ésta era sin duda el Día del Corpus. Una fecha señalada en el calendario como algo excepcional en toda la España católica.

A continuación, dada su importancia, reproduciremos en parte el artículo que don Lino Duarte Insúa publica en el diario HOY de 8 de junio de 1939 con el título “El Corpus en la antigüedad“, acompañado de ciertas notas que iré intercalando a propósito; trabajo que, como comprobaremos, es de vital importancia para estudiar la historia de Alburquerque, de ahí la importancia de recoger la tradición antes de que se nos pierda en el olvido.
“Siempre fue en esta católica España una fiesta grande la del Corpus (1), de las grandes que celebra la Iglesia. Fiesta todo catolicismo y de adoración a Dios de todo lo creado. La fecha en que se celebra, días de sol, de claveles y de albahaca es la más a propósito para lucir los trapitos perfumados con romero y manzanas que guardaban nuestras abuelas en el arca para los días de santos o de ‘tiros largos’. Hoy, aunque todavía se celebra con todo esplendor en Toledo, Sevilla y Granada, ha decaído bastante gracias al ateísmo extranjerizante que ese siglo XIX supo infiltrarnos como consecuencia del olvido en que se tuvo todo lo español, ranciamente español, que es tanto como decir cristiano”.

A continuación ensalza en este sentido las virtudes de la política del General don Francisco Francisco en la sociedad española, al tiempo que hace un breve recordatorio de los gremios de oficios y artesanos, y cofradías profesionales en España, para continuar en este sentido con la tradición alburquerqueña.
“De estas supervivencias hay algunas todavía en Extremadura, como, por ejemplo, en Alburquerque, donde el día del Corpus y en el de la octava concurrían a la procesión la Cofradía de los molineros con su patrón San Miguel (2); la de los hortelanos con su Patrón San Juan; la de los vaqueros con el suyo San Pablo; la de los arrieros (recueros) con el suyo San Sebastián; la de los carpinteros con San José; Santa Bárbara y Santa Lucía, Patronas de otros gremios o cofradías (3). Las imágenes de estos santos (4) todavía pueden verse actualmente en las mencionadas procesiones (5), pero las cofradías han desaparecido. Todavía no hará cincuenta años, siendo niño el que esto escribe, existían. Cada año se hospedaba el Santo Patrón de cada una en la casa de uno de los hermanos o cofrades y era de ver el rumbo y la esplendidez de aquellas pobres gentes festejando el acontecimiento que representaba que la suerte le favoreciera, permitiéndoles alojar por unas horas en sus modestos hogares al Santo Patrón de la cofradía. Se festeja con dulces fritos, de los que antiguamente se fabricaban en las casas más humildes cuando algún acontecimiento lo requería; buñuelos, rosquillas, ‘flores’ (se llamaban así porque el dulce tenía la forma de una flor), ‘nuégados’, etcétera.

La casa se ponía como una tacita de plata para alojar dignamente al Santo (6) del que tantos favores se esperaban; flores y verdor por todas partes y hasta se adornaba la imagen con las alhajas mejores que hubiera en la casa y en las de la vecindad; cordones de oro, gargantillas, piedras preciosas, etcétera. Los hermanos eran los encargados de transportar la imagen de la casa del favorecido a la iglesia, así como durante las procesiones. Como particularidad recuerdo que a San Juan, Patrón de los hortelanos, se le colgaba del brazo un racimo o manojo de peras, guindas, cerezas, etcétera. La imagen de Santiago, Patrón de España, iba delante adornada con la bandera nacional y uno de los cofrades a la salida de la iglesia hacía con ella unos movimientos revoloteándola ante el público de rodillas, esperando a que el Santo Patrón de España pasase sobre la bandera que al efecto se tendía en el suelo (7). Después la Santa Custodia (8), obra de gran mérito artístico e histórico, y detrás todos los Santos que hemos mencionado, con sus cofradías (9). La procesión recorría las calles del pueblo en medio del fervor religioso de todo el vecindario. Las calles se cubrían de ramajes, juncos y flores (10) y era costumbre colocar altares en las puertas de la calle de las casas donde hubiera algún enfermo grave, familiares en la guerra o cautivos. En ellos posaba durante breves momentos la Santa Custodia hasta regresar a la iglesia”.

Hoy, como cabe suponer, la procesión carece de la espectacularidad y colorido de entonces, quedándose en una manifestación religiosa más, sin el carácter popular de antaño. Todavía sigue la costumbre de levantar altares a su paso, y desde hace muchos años la Custodia se ve acompañada por las autoridades y por niños vestidos de primera comunión.
NOTAS
1-También se le conocía con el nombre de Custodia de los Santitos.
2-Documentalmente, desde los siglos XVIII y XIX. También se dice que es patrón de los harineros.

3- Otros gremios o cofradías, con sus pasos o santitos correspondientes, eran: San Crispín, patrono de los zapateros; la Virgen María, de los ovejeros; San Pedro, de los pescadores; el Santo Angel de la Guarda, de los albañiles; San Lorenzo, de los herradores; San Bartolomé, de los carniceros; el Niño Jesús, de los sastres; Santiago, de los vaqueros; la Pastorcita o Divina Pastora, de los pastores; San Antonio, de las modistas; Santa Lucía, de los ciegos; Santiago, de los militares retirados; San Antón, de los porqueros, y San Isidro, de los labradores.
4-Referiéndose a estas imágenes, en el librito La vida en Alburquerque, publicado en 1901, se cuenta en el “Calendario alburquerqueño” lo siguiente: “El Corpus señala la venida del verano; la procesión sería más majestuosa si no se acompañara la divina Custodia de los Santitos que la preceden y que más bien que imágenes son caricaturas del sagrado nombre que cada uno lleva“.

5-Las imágenes y estandartes respectivos iban detrás de la Santa Custodia, después de las autoridades, excepto la de Santiago que, como se contará después, la precedía, con la bandera española.
6-Cada año el hermano cofrade al que le correspondía se encargaba de adornar el paso de su gremio. Al término de la procesión iban todos los del ramo a casa de aquel que se encargaría al año siguiente de arreglarlo, para reconocer la posada. Este, según sus medios económicos, estaba obligado a invitarlos con vino, dulces y aperitivos, un gasto extraordinario que era a veces difícil de soportar. A cambio el patrono pernoctaba aquella noche en su casa.
Don Lino Duarte, en su Historia de Alburquerque, pág. 522, redunda en ello contando que “Cada año era costumbre que un hermano o cofrade, hospedase en su casa el día del Corpus y de la Octava al Santo Patrón, y en ese día se ‘echaba la casa por la ventana’, obsequiando a los amigos y demás hermanos que acudían a felicitar al afortunado que tenía la suerte de albergar en su casa por unas horas al Santo de la Cofradía“.

7-Sobre la bandera de España no sólo pasaba la imagen de Santiago, sino todas las de los demás gremios; así mismo era volteada por el hermano cofrade al paso de cada iglesia.
8-La Sagrada Custodia iba bajo palio, acompañada por cuatro Guardias Civiles con el uniforme de gala.
9-Estas iban con su imagen y estandarte respectivos. A propósito de éste, ya en el “año de mil y seiscientos treinta y tres” con motivo de los actos inaugurales del Convento de San Francisco, don Pedro de Tormes del Pilar Montero nos cuenta que en dicha procesión “iban delante los pendones de los oficios“.
10- Asimismo se adornaban las aceras con macetas y los balcones con colgaduras especiales, mantillas y colchas.
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