JAVIER CARVAJAL (*)
Transcurría una mañana de Julio del año 2023 cuando, como habitualmente hago, salí a dar un paseo por nuestra dehesa comunal y en esta ocasión decidí acercarme a nuestra ermita de Los Santiagos acompañado de mi cámara fotográfica. Mi intención no era otra que hacer un reportaje fotográfico del edificio en sí, prestando especial atención a los frescos del ábside, los cuales considero una de las joyas de nuestro patrimonio alburquerqueño.
Siempre que observo dichos frescos me quedo embelesado imaginando los momentos acaecidos durante la factura de estos y qué personajes los pudieron observar e incluso venerar. Es cierto que apreciar con nitidez los dibujos plasmados se presume harto difícil, dado el estado de deterioro en el que se encuentran, aun así, una observación sosegada, tranquila y meticulosa de los mismos, acompañada de unas buenas fotos dio como resultado lo que a continuación relato.
De vuelta en casa, cargado de imágenes, las pasé a mi ordenador y comencé a observarlas de manera muy meticulosa. Tras pasar varias instantáneas, mi sorpresa fue mayúscula al observar ciertos motivos en una de ellas que me incitaron a introducir algunos filtros con los que acentuar el contraste cromático, resaltando lo que mis ojos veían.
Incrédulo ante el hallazgo, recurrí a la bibliografía existente sobre estudios realizados de la ermita, en concreto al más reciente, redactado por el historiador Caballero Zoreda. Tras leer la descripción y conclusiones que emite sobre los frescos del ábside, concluyo que aquello que he observado en mis fotos no aparece reflejado en sus descripciones tanto estilísticas como iconográficas.
A partir de eso momento tengo claro que lo descubierto es algo inédito a los ojos de cualquier espectador: el detalle que me hizo sospechar fue una serie de triángulos dispuestos en línea y que aparecían en una de las fotos tomadas a la gran mancha rojiza y en apariencia informe, ubicada a los pies de la supuesta imagen de caballero al que solemos denominar Santiago.
Llegué a la conclusión de que esos triángulos forman parte de lo que es la cola de ¿un dragón? Ante mí todavía incredulidad, continué revisando las instantáneas, no haciéndose esperar la aparición de otra imagen que venía a corroborar lo que empezaba a sospechar: una forma ovalada acabada en punta. Era una cabeza y esto, junto a la cola, eran datos más que suficientes para aseverar que estaba ante la imagen de un Dragón. Pero, ¿qué hace un dragón en la ermita de Los Santiagos?
Para contestar a esta pregunta hemos de remitirnos a un momento clave en la historia de Extremadura, la conquista de Cáceres el 23 de abril de 1229 por el rey leones Alfonso IX, el cual tomada la plaza, coincidiendo con el día de San Jorge, encomendó la protección de su caballería a San Jorge, al cual convierte en patrono de Cáceres. A partir de ese momento, Alfonso IX continua su periplo de reconquista por Extremadura, recuperando entre otras la plaza de Alburquerque. No es de extrañar por ello que esta ermita fuera dedicada a tan Insigne figura, sirviendo al mismo tiempo este hecho de fecha de referencia para catalogar elementos anteriores y posteriores.
Se ha especulado mucho sobre el origen de esta ermita, la cual en mi humilde opinión es muy anterior a lo que los estudios llevados a cabo concluyen, pues estos en esencia se remiten al estudio arquitectónico del edificio, obviando todo aquello que queda bajo los escombros de la cubierta derruida, y para lo cual sería preciso llevar a cabo una excavación arqueológica tanto del interior como del exterior del edificio y de cuyos resultados, no me cabe duda, obtendríamos muy interesantes conclusiones e incluso alguna que otra sorpresa.
(*) Javier Carvajal, alburquerqueño, es licenciado en Historia con la especialidad de Arqueología.
FOTOS
Portada: Ábside de la ermita de los Santiagos, donde está el fresco que Carvajal asegura que es el dragón de San Jorge. Foto de Mari Carmen Martín, miembro del Consejo de Redacción de AZAGALA.
Foto 2: Imagen exterior de la ermita.
Foto 3: Cabeza del dragón, a juicio de Carvajal, señalizada por él mismo sobre el papel.
Foto 4: Cola del dragón, señalizada por este licenciado en historia.
Foto 5: Imagen completa del ábside donde se encuentran los frescos, muy deteriorados.
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