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Esculturas ecuestres

Aureliano Sáinz

Uno de los rasgos que proporcionan identidad a las ciudades son las esculturas que se esparcen por distintos rincones de ellas. También en los pueblos podemos encontrarlas, tal como acontece con Alburquerque, en el que vemos bustos e imágenes escultóricas, tanto de personajes anónimos, puesto que representan alguna profesión, como otras referidas a personas concretas.

A las ya existentes, se ha venido a sumar la magnífica del Caballero Medieval, realizada por Pablo Lapeña, que ha sido acogida con todo entusiasmo por el pueblo, dado que ha sido un acierto su colocación, ya que se puede contemplar desde todos los puntos de vista del centro, al tiempo que, como hemos comprobado, puede articularse fotográficamente con la imagen del Castillo de Luna. Todo un éxito, que, a buen seguro, acabará convirtiéndose en un potente signo de identidad del nuevo Alburquerque.

Estas reflexiones que escribo las hago mientras me encuentro en Madrid, por lo que me ha parecido oportuno realizar un estudio sobre distintas obras escultóricas para, finalmente, acabar explicando el significado de las de tipo ecuestre realizadas “en corveta”, es decir, con el protagonista montado sobre un caballo que eleva las patas delanteras, sosteniéndose con las traseras sobre el pedestal.

Quisiera aclarar que el término “corveta” se utiliza en la doma de caballos, cuando se les enseña a caminar sobre las patas traseras al tiempo que elevan las delanteras. Pero antes, quisiera ofrecer una breve explicación sobre los materiales con los que se construyen las estatuas y grupos escultóricos.

Son tres los principales: la piedra (mármol, granito, piedra caliza, etc.), el metal (bronce, hierro, acero), la madera (especialmente en el ámbito religioso), y, en menor medida, la arcilla y el hormigón. Por otro lado, dentro de las esculturas ecuestres, los materiales dominantes son la piedra y el bronce.

Suelen realizarse en piedra blanca las esculturas que tienen un carácter alegórico, como es la que acabamos de ver que se encuentra en la Plaza de Legazpi de Madrid. Hay que considerar que este tipo de obra tiene un peso enorme, pues la piedra es esculpida, de modo que acaban siendo enormes moles macizas. En este caso, y puesto que el caballo alado se alza intentando elevarse, dado el carácter simbólico del conjunto, es necesario crear un soporte debajo del caballo para que pueda sostenerse.

Todos sabemos que el centro de la ciudad es la Puerta del Sol, lugar emblemático por excelencia. Allí se encuentra la escultura dedicada a la figura de Carlos III, quien fuera rey de España desde 1759 hasta su fallecimiento en 1788. Conocido popularmente como “El mejor alcalde de Madrid”, en reconocimiento a su empeño en la mejora de la ciudad, se le recuerda en una escultura en bronce, de tamaño natural, montado sobre un caballo que camina apoyado en tres patas, dado que alza la izquierda delantera como si caminara.

La obra es de los escultores Miguel Ángel Rodríguez, Eduardo Zancada y Tomás Bañuelos, quienes tomaron como referencia al modelo que se conserva en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Como dato a tener en cuenta es el de su peso que alcanza 2.800 kilogramos.

Muy cerca de la Puerta del Sol se encuentra la Plaza Mayor, otro espacio relevante de la ciudad. Una vez que se accede, tras pasar por debajo de alguna de las arcadas que la rodean, en pleno centro de la plaza se alza sobre un enorme pedestal la monumental escultura ecuestre de Felipe III, hijo de Felipe II y de Ana de Austria. Y cuando digo monumental no exagero, puesto que su tamaño es enorme, tal como puede comprobarse por la segunda fotografía que muestro.

La obra fue comenzada por el escultor italiano Juan de Bolonia (Giambologna) y acabada por su discípulo Pietro Tacca, en 1616. Inicialmente, estuvo colocada en la Casa de Campo, hasta que, en 1848, fue trasladada por orden de Isabel II a la Plaza Mayor.

La escultura está realizada en bronce, y a pesar de que el cuerpo central del caballo y del jinete está hueco, su peso, con el pedestal, es de más de cinco toneladas. Como he apuntado, representa al rey Felipe III, con la cabeza descubierta, vestido con media armadura, portando el collar de la Orden del Toisón de Oro y el bastón de mando. El caballo muestra la pata izquierda delantera levantada, dando algo de dinamismo al conjunto.

Si queremos encontrar algún referente del Caballero Medieval de Alburquerque, nos tenemos que desplazar a la Plaza de Oriente de Madrid, ya que allí se encuentra la primera escultura ecuestre que se realizó en nuestro país mostrando al caballo en corveta. Es la que representa al rey Felipe IV (1605-1665), hijo de Felipe III, cuyo reinado llegó a superar los 44 años, lo que lo convirtió en el más largo de la casa de Austria.

El rey quiso ser mostrado, al igual que su padre, en una escultura ecuestre, pero deseaba que el caballo no apareciera caminando, sino elevándose sobre las patas traseras.

Encargó también al escultor italiano Pietro Tacca la realización de esta novedosa escultura. Para ello contó con Diego Velázquez, pintor de la corte, en la realización de los dibujos que representaran lo más fidedignamente el rostro del monarca, ya que el escultor italiano, con su taller en Florencia, debería tener esos bocetos para poder plasmarlo.

El problema que se le planteaba a Pietro Tacca era que la escultura no se desplomase hacia adelante, ya que, como indico, era la primera vez que en el siglo XVII se iba a realizar una obra con esas características. Acudió, pues, al gran astrónomo, físico y matemático italiano Galileo Galilei para que le asesorara en la estabilidad de la obra.

Tras realizar los cálculos de peso, Galileo le indicó que era necesario que la parte trasera del caballo, en el que se incluía la enorme cola, fuera de bronce macizo, mientras que el resto del cuerpo y la figura del jinete fueran huecos. Una vez acabada la obra, pudo comprobarse que la estabilidad estaba asegurada, por lo que fue trasladada desde Florencia a Madrid, de forma que ahora podemos contemplar el antecedente de todas las esculturas ecuestres en corveta, tal como acontece con la que ahora preside el centro de Alburquerque.

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