Juan Ángel Santos
“En el rock reconocemos algo verdadero, como en todo el arte de verdad. Si es real, normalmente es sencillo, y si es sencillo es verdadero.” John Lennon.
Parece que la polémica se ha convertido en uno de esos ingredientes que no puede faltar en ninguno de los asuntos que atañen a nuestro pueblo. Somos un pueblo polémico y polemista, deseoso de discutir sobre lo trivial, pero muy prudentes cuando los asuntos son de cierta enjundia. Como dice Agustín Fuentes en Alburquerque Today: “No he visto ninguna movilización para salvar el Castillo de su grave deterioro y sí por un cartel que anuncia una fiesta. ¿Qué nos pasa?.”
Y es que opinar y hacerlo con cierta gravedad como si de expertos se tratase, es como una pandemia que nos aleja del aburrimiento. Recuerdo que hace no mucho tiempo, hubo una profusión de expertos catadores que juzgaban cada chato de vino con la profundidad de un experimentado enólogo, de igual manera sucedía con los jamones, de tal guisa que cualquiera creía distinguir con solo la vista y el olfato un jamón de cebo de otro de bellota D.O.
El arte no se escapa de este azote de sapiencia, más bien al contrario, es uno de los terrenos abonados, como todas las creaciones humanas, para que las porfías y las controversias lleguen a su más extravagante punto de ebullición.
La propia definición de ARTE es ya compleja. Hay, al menos, tantas definiciones como artistas, a las que se suman las de críticos, estudiosos y estudiantes, amantes o aficionados, y el señor de Huesca que, en visita cultural, pasaba por delante de la obra y también dejó su impronta. He cogido algunas que nos servirán para, al menos, ser algo más benévolos con el trabajo y la creatividad de otros y, también, para ser algo más prudentes y consecuentes con nuestra ignorancia: “El arte es el estilo” Max Dvorak. “El arte es la expresión de la sociedad” John Ruskin.“. El arte es la libertad del genio” Adolf Loos. “El arte es la novedad” Jean Dubuffet. “No existe el arte solo los artistas” E. Gombrich…pero voy a elegir, para lo que nos concierne, la definición que dio el novelista ruso León Tolstói: “El arte es una actividad humana que consiste en que una persona conscientemente, mediante ciertos signos externos, transmita a los demás sentimientos que ha experimentado, y otros se ven afectados por estos sentimientos y los viven en sí mismos”. Esto es el arte: libertad, sentimiento y expresión.

En asuntos de arte soy, como dirían los amantes de la tauromaquia un purista. Tengo la opinión de que, desde finales del siglo XIX, a partir del impresionismo, la pintura comenzó a decaer con la misma velocidad con la que se producían los cambios sociales, económicos, políticos y culturales. El expresionismo, el cubismo, el fauvismo, el dadaísmo, el futurismo, la abstracción lírica…nunca tantos movimientos culturales en tan poco tiempo produjeron tanta “basura artística”. A esto contribuyó, además de la universalización del arte, la mercantilización de las obras, convertidas en valor refugio y moneda de cambio para el blanqueo de capitales. La pintura se convirtió en un turbio objeto de deseo.

Entre las diez obras más caras del mundo hay auténticos bodrios que yo, particularmente, no colgaría ni en un cobertizo: “intercambio” de Willem de Kooning, vendida por 300 millones de dólares. “N.17A” de Jackson Pollockvendida por 200 millones de dólares. “No:6. Violeta, verde y rojo” de Mark Rotko precio 186 millones de dólares…y, aunque no esté en esa lista del top 10, qué decir del “El grito” de Munch, vendido por 91 millones de dólares.
En fin, si sus estómagos no son delicados y su vista sufre de presbicia, basta con darse una vuelta por la feria ARCO en cualquiera de sus ediciones para darse cuenta de, hasta que punto de extravagancia puede alcanzar la libertad creativa de un autor y, hasta que punto de tolerancia, puede llegar a soportar el gusto de un espectador.

Al final, el arte es, como tantas otras cosas que invitan al debate, cuestión de gustos. Ni siquiera los más formados críticos y académicos, debieran estar autorizados para juzgar y calificar la libertad creativa de una artista. Tal es así que, como bien explica Aureliano, son muchos los autores y las obras que, inicialmente han sido cuestionadas y despreciadas a lo largo de la historia, desde “La venus de Willendorf”, hasta El Greco o Caravaggio, Goya, Picasso, Renoir o Van Gogh. Incluso llegó a suceder en el Salón de París de 1863, que más de 3.000 obras de las 5.000 presentadas, fueron desestimadas y expuestas en otro salón anexo que se conoció como el “Salón des Refusés” o “Salón de los Rechazados”, entre los que se encontraban obras de Manet, Pisarro, Courbet o Cézanne…estos “rechazados” fueron los orígenes del impresionismo.
En cuanto al cartel anunciador del festival medieval objeto de la discordia, es obvio que no llegará a estar expuesto, de momento, en el Reina Sofía, a pesar de que aquellas paredes hayan tenido que soportar obras que provocan mayor dolor que el que le pueda producir un taladro, pero tampoco creo que fuera la intención de su autor, quien merece, antes de todo, mayor respeto del que se le ha dispensado en las redes.
No es un cuadro, es un cartel anunciador de un evento y, como tal cumple su cometido. A partir de ese momento cualquier valoración sobre la calidad artística o sobre la trascendencia de la representación o sobre contenido subliminal de la obra o sobre la pretensión del autor…son juicios y especulaciones a las que se somete cualquier creación. Respetables sí, acertadas no tanto.
Desde el punto de vista técnico creo que basta repasar la trayectoria pictórica del siglo XX, para descubrir la dificultad de un experto para valorar estos asuntos. Color, volumen, disposición de elementos, profundidad, técnica…conceptos que escapan a la mayoría de los mortales. ¿Han visto ustedes los cuadros de Frida Khalo, o de Fernando Botero, o de Juan Gris o del propio Picasso? Se lo recomiendo antes de lanzarse a una crítica desmedida sobre el cartel del medieval.

Si se entra en cuestiones morales, las interpretaciones del público pueden ser de lo más variopintas, llegando incluso a profanar la intimidad del propio autor. En el cartel que nos ocupa, me parece excesivo llegar a cuestiones de género por el hecho de que el artista haya colocado como protagonistas de su obra a dos modelos de mujer que, por otra parte, son muy representativos de nuestro festival medieval y del relato popular del medievo: la putilla y la bruja. Llegados a este punto, entraríamos en otro debate ajeno que, a buen seguro, el autor no ha pretendido.
En definitiva, agradezco al responsable del cartel, el tiempo, el esfuerzo y la solidaridad con el festival medieval. Me parece una apuesta arriesgada, diferente, novedosa y muy personal. Un trabajo con un uso combinado de la recta y la curva que trasmite rigidez y libertad al mismo tiempo, con una acertada línea de profundidad que lleva a colocar la imagen del castillo en el centro alto de la obra otorgándole su lógica preeminencia, y trayendo a primer término de la escena a dos personajes icónicos de la fiesta. La estructura social de la Edad Media queda perfectamente reflejada en el escalonamiento vertical de los tres órdenes: Nobles (castillo), Clero (Iglesia de Sta. María) y pueblo llano (meretrices y bruja). Ha captado dos de los grandes momentos del festival: la actuación de las prostitutas en el callejero y el aquelarre nocturno. Y así podríamos seguir hasta realizar un exhaustivo comentario de texto de la obra, aunque no sea el lugar apropiado.
Todo es valorable es interpretable, todo está sujeto a la libre opinión y al juicio del observador, pero el arte es también libertad: Libertad de creación, libertad de expresión, libertad de estilo y, es ahí donde reside su grandeza y su belleza. Al final, como dijo Andy Warhol, “el arte es cualquier cosa con la que puedas salirte con la tuya”.
Enhorabuena al creador de la obra y Viva el Festival Medieval.
Foto de portada: LAS AMIGAS SOLTERAS – Botero
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