Aureliano Sáinz
Dada la polémica que ha suscitado el cartel para el Festival del Medieval de este año, un amigo me ha pedido que realizara una valoración del mismo, por lo que paso ahora a dar mi opinión por si sirve para algo.
Debo indicar que desconozco quién ha sido su autor o autora, por lo que me voy a pronunciar de forma imparcial, centrándome en dos aspectos: el contenido de la escena y el propio diseño y acabado del cartel.
La controversia ha surgido al mostrarse como protagonistas a tres mujeres que podían presentar los estratos más bajos en la Edad Media, es decir, dos mujeres de los abundantes prostíbulos que entonces existían y a la alcahueta o celestina, esta última haciendo referencia a un término muy hispano que fue llevado a la literatura por Fernando de Rojas.
He de indicar que el mundo de los prostíbulos, en sus distintas versiones, han sido llevado al mundo del arte por grandes pintores, por lo que no debemos ‘asustarnos’ mucho de que se muestre en el cartel del XXVIII Festival Medieval, teniendo en cuenta que ya se han realizado distintas interpretaciones medievales, algunas de ellas de gran valor cartelístico, aunque, eso sí, idealizando una época.
Como no es cuestión de hacer un repaso de las mancebías (recordemos aquella copla. Ojos verdes, tan celebrada años atrás y de la que tantas versiones se han hecho), me voy a referir a dos grandes pintores que mostraron ese mundo, sin grandes problemas, en sus lienzos. Me refiero al francés Eugène Delacroix y al español Pablo Picasso.

Recordemos que Delacroix fue el autor de la emblemática obra “La Libertad guiando al pueblo”, tan celebrada por los franceses, pero que, en su momento, el que una mujer mostrara sus pechos desnudos generó un abierto rechazo en algunos sectores de este país.
Pero ahora hablamos del lienzo “Las mujeres de Argel” que me ha servido de portada, y en la que el pintor francés nos presenta a un grupo tres concubinas de un harén argelino, junto a la sirvienta de raza negra. Delacroix no se olvida de mostrar el fumadero de opio que utilizaban con el sultán argelino, al que se debían en situación de verdadera esclavitud.
¿Hay mucha diferencia entre un harén y una mancebía? La verdad es que si lo pensamos mucho no hay tanta como uno pueda imaginar; solamente, que, en el segundo caso, eran mujeres al servicio exclusivo de sultanes y, en el primero, al de quienes pudieran pagar algunas monedas.

No me resisto a mostrar la versión que realizó Pablo Picasso de un lienzo que también lleva por título “Las mujeres de Argel” (Les femmes d’Alger, en francés), dado que fue su obra más cotizada al ser vendida en 2015 por 179,4 millones de dólares a un multimillonario de Golfo Pérsico. Bien es cierto que la obra de Picasso está realizada con la estética cubista que tanta importancia tuvo en el conjunto de sus trabajos.

Y ahora paso al cartel del Festival Medieval, haciéndome la pregunta: ¿Su imagen será motivo de rechazo o desagrado para la gente que pudiera acudir a este evento tan importante de Alburquerque?
Personalmente creo que no; y más aún cuando es una imagen que forma parte del teatro de calle que se desarrolla en esas fechas. Por otro lado, tal como he apuntado, han sido muchas las imágenes medievales que la han precedido, por lo que romper con lo esperado, con la consabido, en ocasiones, es necesario.
¿Dónde están las objeciones que yo pudiera hacer? Creo que quien ha realizado el cartel se ha apoyado en el diseño gráfico por ordenador, que es una herramienta muy habitual en la actualidad. Pero donde falla el dibujo es en las figuras femeninas, que deberían estar mejor trazadas, especialmente, en las manos y los pies, torpemente realizados: las manos son muy pequeñas y desmañadas, al igual que los pies. Esto es algo que nos indica que su autor o autora debe aprender bien el dibujo de estas partes del cuerpo de las figuras humanas, masculina y femenina, dado que son las más difíciles de expresar gráficamente.
Cierro pues, indicando que es un cartel mejorable en su ejecución, aunque no creo que debiera ser motivo de esa polémica suscitada. Al menos, en mi caso, cuando lo vi me resultó de interés el que se acudiera a otros personajes, más allá de los nobles, los caballeros y los señores que entonces eran los personajes poderosos del Medievo castellano.
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