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Profetas en su tierra

Aureliano Sáinz

“Nadie es profeta en su tierra”, es un dicho popular que tiene su origen en el evangelio de san Lucas (4: 24), en el que se indica que Jesús, tras 40 días de preparación en el desierto, leyó las escrituras en la sinagoga, y quienes lo conocían de pequeño “al oír estas cosas, todos se llenaron de ira” (4:28) y “levantándose, le echaron fuera de la ciudad” (4:29).

Esta cita evangélica se transmutó en una especie de proverbio que se utiliza con relativa frecuencia, ya que parece que el propio lugar de origen es el más difícil de todos para que se reconozcan los méritos conquistados, quizás porque te habían visto de pequeño cuando correteabas por las calles y no podían hacerse a la idea de que ese ‘mocoso’ alcanzara esos logros que no estaban escritos o previstos por ninguna parte.

Sin embargo, no todos los dichos populares se confirman. Es el caso de un buen amigo, Antonio López Hidalgo, periodista, escritor y catedrático en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, que el año pasado falleció repentinamente a la edad de 65 años. Persona de un entusiasmo desbordante, generoso y un gran profesor, como lo atestiguaron los alumnos que el curso pasado participaron en el homenaje que se le realizó en su Facultad.

Y en este año se le ha vuelto a homenajear en su lugar de origen: Montilla, donde se le reconoce su enorme valía. De este modo, el Ayuntamiento de Montilla y el Colegio Profesional de Periodistas de Andalucía organizaron en la Casa de las Aguas, centro cultural de la localidad, una exposición en la que se recogen todos los libros y trabajos que publicó a lo largo de su vida.

Dentro de este reconocimiento, el pasado sábado, 6 de mayo, se organizaron dos mesas redondas para hablar de sus obras literarias y de periodismo. Fui invitado a participar en la primera, junto con otros dos compañeros suyos. Ahí me encuentro en el momento que se hacía la presentación y en la que se indicaba que Antonio y yo éramos columnistas de Andalucía Digital desde su lejana fundación allá en 2010.

Me resultó muy grato comprobar cómo este amigo recibía la acogida del lugar que lo vio nacer, y del que nunca se alejó, pues, a pesar de vivir en Sevilla, sus visitas a Montilla, en la que tiene aún familia, eran habituales.

Y pasando a nuestra tierra, no se me olvida el enorme reconocimiento que tuvo Luis Landero en Alburquerque, tal como se pudo comprobar al ser nombrado por el pleno municipal con el título de Hijo Predilecto, homenaje al que acudió junto a Isabel Gemio, con quien departió en la Casa de la Cultura que lleva su nombre. Ni que decir tiene que el centro estuvo completamente lleno de gente que lo fue a saludar y expresarle el cariño y admiración que sienten hacia él.

Personalmente, también puedo manifestar el aprecio y la acogida que tuve en la presentación del libro sobre la figura de don Álvaro de Luna, en la que disfruté de la compañía de amigos y vecinos que se interesaron por el libro. De igual modo, la posterior venta en las librerías del pueblo confirmó el interés del pueblo por conocer la historia de este personaje tan relevante y de la lucha que se llevó en defensa del Castillo de Luna.

Y si ahora realizo este pequeño escrito se debe a que he recibido un correo de Elías Cortés en el que me indica que ya ha visto la luz su poemario “Las pertinaces dehesas” (no confundir con las ‘pertinaces sequías’, nos diría su alter ego Marqués del Zajarrón) y que, en su debido momento, hará su presentación en Alburquerque.

Hablo de manera anticipada; pero no importa, ya que lo comentaré detenidamente cuando lo tenga en mis manos. Llegado el día, estoy seguro de que la presentación de este poemario en su pueblo, del que siempre se ha mostrado como un incondicional, tendrá la acogida que se merece. Allí estaré presente. Allí me encontraré al lado de un amigo para confirmar que no siempre las sentencias o proverbios aciertan, dado que también hay ‘profetas en su tierra’.

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