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EL PATRIMONIO CULTURAL DE ALBURQUERQUE. Capítulo 3: Defender el habla popular alburquerqueña

EUGENIO LÓPEZ CANO

En la introducción a mi obra “Vocablos y usos alburquerqueños”, que ha sido publicada en AZAGALA, hablaba muy por encima de la ternura de nuestro léxico y de la importancia del mismo respecto a su recuperación, así como la pesadumbre que sentía y siento cada vez que observo su depreciación y olvido. He preferido, no obstante, reemplazarla por los artículos que, refundidos y modificados, publiqué en su día en la revista local “La Glorieta”, dirigidos a mi buen amigo Florentino Sánchez, o lo que es lo mismo, a cualquiera de vosotros, titulados “Carta a don Florentino Sánchez, maestro de escuela de Alburquerque” y “Carta a Florentino Sánchez, paisano y amigo” (novbre y dcbre de 1999), puesto que a través de ellos, de modo coloquial, me sitúo en este caso al lado de aquel artesano de la enseñanza que fue, no sólo en su vida cotidiana sino incluso con sus discípulos en defensa de nuestra habla, en contra del pueblo y de los propios padres e incluso del inspector de educación que no llegaron a comprender su lucha por defender nuestro más sagrado patrimonio cultural, lo que desde aquí reivindico con él para seguir defendiendo el respeto que debemos a nuestro léxico y el deber que tenemos, todos y cada uno de nosotros, de recuperarlo y transmitirlo a las generaciones venideras.

CARTA ABIERTA A FLORENTINO SÁNCHEZ

Espero, Florentino que estés de acuerdo conmigo cuando afirmo que no existe, ni ha existido en nuestro pueblo, sobre todo en épocas pasadas, patrimonio más acosado, degradado, vilipendiado, perseguido y vituperado hasta el ridículo más humillante, que NUESTRO QUERIDO LENGUAJE, precisamente, ya ves, el más genuino de nuestros bienes, con la bendición de políticos y profesionales de la enseñanza, y el beneplácito de vecinos, amigos y familiares.

  Frente a las clases más dominantes, más duras, más influyentes -incluso desde la más tierna niñez, tan fácil de manipular-, frente a este estado de sitio permanente, digo, se han encontrado sin esperarlo con el pueblo llano, tozudo y culto, depositario único de nuestra cultura tradicional; a él, a ese pueblo olvidado al que hemos ido tan sólo unos cuantos a recabar su sabiduría, o lo que es lo mismo, a conocer la otra parte de nuestra historia, iniciada por los primeros folcloristas del siglo XIX, y continuada a través del tiempo, para concluir en la actualidad con algunos de los catedráticos del departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Extremadura, bajo la supervisión en este caso del mejor especialista nacional en este tipo de trabajo, el académico Manuel Alvar y de María Ángeles Álvarez, profesora del Departamento, quienes han ultimado recientemente el primer Atlas Lingüístico de Extremadura, documento en el que se han recogido las PECULIARIDADES DEL HABLA de nuestra Región, es decir, un estudio dialectal o del uso que del idioma hacemos los extremeños, con claras influencias portuguesas, leonesas, andaluzas…, conservadas “milagrosamente” durante siglos, llegando a la feliz conclusión de que gozamos de una excelente riqueza lingüística, con variantes incluso muy superiores a las de muchas otras regiones en cuanto a conservación y variedad se refiere. Como para no sentirse orgulloso.

 Y no es ya por la forma genuina de hablar, propia de cada sitio, que siempre hay que respetar, sino porque lo que se expresa es el propio carácter de un pueblo; en definitiva, su alma, la misma que han querido violentar, sin conseguirlo, años tras año, decenio tras decenio, machaconamente inútil.

PORTADA: Imagen antigua de Alburquerque.

Foto 2: Florentino Sánchez, impulsor del habla alburquerqueña.

Foto 3: Vista aérea de nuestro pueblo.

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