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Fuerza de juego

JUAN ANTONIO GARCÍA PALOMO

09/02/2023

Resulta casi imposible abstraerse estos días de la situación política que se está viviendo en Alburquerque. Cual si de una partida de ajedrez se tratara, los diferentes actores y jugadores van moviendo sus piezas sobre el tablero, conscientes, o quizás no, de que la partida que realmente se está jugando trasciende mucho más allá del propio pueblo. En Alburquerque no está en juego únicamente la Alcaldía, sino también la Presidencia de la Junta de Extremadura, y eso en el PSOE de Vara lo saben, pero también en el PP de Guardiola, de ahí que haya que analizar de forma pormenorizada los movimientos de las piezas que se van deslizando por parte de unos y otros sobre el tablero.

  En 1970, la Federación Internacional de Ajedrez adoptó la fórmula del científico húngaro Árpád Élo para estimar la fuerza de juego en el ajedrez. Bobby Fischer, con la implantación de este sistema, alcanzó la marca de 2785 puntos, registro que durante muchos años se consideró el mejor rendimiento conseguido por un ajedrecista. Sin embargo, con el tiempo, otros grandes maestros fueron superando la barrera de los 2800 puntos.

  Desde que Manolo Gutiérrez (IPAL) cogiera el bastón de mando con el apoyo del PSOE tras la moción de censura, ya tenían claro desde el propio PSOE autonómico y provincial que ni podían ni debían dejar coger vuelo a esta agrupación política municipal, no fuera a ser que lograran demostrarle a los alburquerqueños (y de paso al resto de Extremadura) que un puñado de vecinos honrados habían venido únicamente a trabajar por y para su pueblo de forma desinteresada. Y mucho menos aún que lograran demostrar también al resto de extremeños que existe una forma diferente de hacer política al margen de los grandes partidos tradicionales, esos que no son más que estructuras encorsetadas donde la mayoría de sus integrantes son meros peones que obedecen a las piezas importantes que deciden quiénes y cuándo deben trepar en dichos partidos. Dicho de otra forma, desde el momento en que Manolo Gutiérrez tomó posesión como Alcalde, el PSOE ya tenía en mente plantear su particular “gambito” contra IPAL (de la expresión italiana “dare il gambetto”, que significa poner una trampa o hacer la zancadilla).

  Un “gambito” es la entrega de un peón en la apertura (primeras jugadas en ajedrez) para ganar una ventaja en el desarrollo y/o líneas abiertas y/o un debilitamiento en la posición del oponente. Así, no resulta extraño que el PSOE cediera inicialmente la Alcaldía a IPAL y apoyara la moción de censura, en lo que era a todas luces un lavado de imagen en contraprestación a todo el daño y ruina que habían causado gobernando en Alburquerque con Vadillo y Murillo bajo sus siglas. Sin embargo, tras esta primera cesión, tampoco podían permitirse perder mucho tiempo en intentar dar otro timo de la estampita al pueblo.

  No olvidemos que las elecciones locales y autonómicas están a la vuelta de la esquina, y quedan menos de cuatro meses para acudir a las urnas. Llegados a este punto, las distintas encuestas que recientemente se han ido publicando vaticinan prácticamente un empate técnico en Extremadura entre PSOE y PP, y por lo tanto pende de un hilo el gobierno autonómico para los próximos cuatro años. Resulta obvio que a Fernández Vara y su PSOE les importa muy poco el resultado electoral que pueda darse en Alburquerque a nivel local, es decir, les importa una mierda (con perdón) conseguir gobernar el Ayuntamiento. Lo que realmente persigue Vara es amarrar en el pueblo los votos necesarios para seguir manteniendo su poltrona de Presidente autonómico y el gobierno de la Junta de Extremadura, y, como perro viejo político que es, sabe que IPAL no presentará candidatura a las autonómicas y por tanto no rivaliza con ellos en este ámbito.

  En 2019 el PSOE obtuvo a nivel local 2.145 votos, mientras que a nivel autonómico obtuvo 2.245 en la misma cita electoral. IPAL obtuvo 1.162 votos a nivel local que se tradujeron en sus 4 concejales, mientras que esos 1.162 votos se repartieron a nivel autonómico entre el resto de fuerzas políticas que sí presentaron candidatura a la Junta de Extremadura, beneficiándose principalmente de ese reparto el PP, que pasó en la misma votación de los 137 votos obtenidos a nivel local a los 547 que obtuvo a nivel autonómico. De ahí que, como ocurre en la escala del ajedrez, la fuerza de juego de IPAL con esos 1.162 votos se antoje indirectamente crucial para inclinar la balanza a nivel autonómico.

  Seguro que ahora se entiende mucho mejor que lo que para Manolo Gutiérrez y sus concejales de IPAL no eran más que obstáculos, trampas y zancadillas mientras ostentaban la Alcaldía, ahora desaparezcan repentinamente con la Diputación y la Junta (PSOE) poniendo la pasta necesaria para allanar el camino a que uno de sus concejales termine por coger el bastón de mando sin tener que pagar multas de 1.000 euros cada 20 días de aquí a las elecciones municipales y autonómicas de mayo, y tampoco se sorprendan si una vez se consumara este extremo empezara a entrar más liquidez en el Ayuntamiento desde ambas administraciones para, a cualquier precio, tratar de hacer ver a los alburquerqueños que aquéllos mismos que fueron los máximos responsables directos de tanta ruina y desgobierno en Alburquerque durante años, ahora pretenden erigirse de forma contradictoria en salvadores de la patria. Mención aparte merece el Concejal Jesús Martín, que siendo plenamente consciente de la jugada que intentan Vara y su PSOE, ha hecho gala de unos valores y una honestidad que ya apenas se ven en política para desvincularse de su partido.

  Por suerte, aunque haya llevado tiempo conseguirlo, Alburquerque ha ido abriendo los ojos y venciendo poco a poco sus miedos, y sus vecinos y vecinas a buen seguro sabrán poner a cada uno en el lugar que corresponde.  

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