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“MI MANO SIEMPRE TENDIDA”

(Pregón de fiestas de Alburquerque, 8 de septiembre de 2022)

Francisco Manuel Bueno Llarena

Excmo. Sr. Alcalde de Alburquerque, D. Manuel Gutiérrez Regalado, Corporación Municipal. En primer lugar, reciban mi profundo agradecimiento por brindarme la oportunidad de dirigirme a mis paisanos, desde un lugar tan privilegiado como esta tribuna, por primera vez en mi vida.

Queridos alburquerqueños, familiares y amigos que me acompañáis en esta cálida noche de septiembre.

A la hora de organizar mentalmente este pregón, se ha apoderado de mí el orgullo de haber nacido en esta hermosa y noble villa, enclave privilegiado de la geografía del país, en plena Sierra de San Pedro, con su amplio término municipal, formando parte de localidades de la Raya, envidia de otras ciudades de Extremadura, limítrofe con el país vecino, Portugal, con el que mantuvimos conflictos bélicos a lo largo de la historia. Aquí emerge, como en un cuento de hadas, “la joya de la Corona”, nuestro castillo de Luna, elegante, apuesto y erguido, cuyo extraordinario estado de conservación es modelo del continente europeo y probablemente único por el arco ojival. Él da la bienvenida a cualquier visitante por donde quiera que acceda a la localidad. Él vigila atento las amplias dehesas de encinas y alcornoques, que dan nombre a nuestra población: “albus querqus”, encina blanca, alguna de las cuales crece y se desarrolla en la escasa cantidad de tierra existente entre las grietas de las rocas que conforman los cimientos de tan magnánimo edificio medieval, que el Rey Juan II de Castilla entrega a su valido y Condestable, D. Álvaro de Luna, junto a las tierras amplias y fértiles de la plaza de Alburquerque, última  palabra emitida por él antes de ser decapitado en el cadalso de la plaza de Valladolid. Cuenta la leyenda que su espíritu sigue vivo en forma de Águila Blanca que, al ocaso y diariamente, cada primavera, SE POSA SOBRE LAS MURALLAS, ELEVÁNDOSE SURCANDO EL CIELO Y VUELVE A POSARSE, mirando a la villa y sus Baldíos para VOLVER A ALZAR EL VUELO…De todo ello sabremos mucho más en corto periodo de tiempo y contado por un experto pero, sin lugar a dudas, quien nos podría dar una lección magistral de sensaciones, sería Martín Rabazo en sus magníficas intervenciones en la obra que todos conocemos, El Águila Blanca. Nadie, nunca podrá superarte si se repitiera, Martín.

No podemos pasar por alto el Santuario de nuestra patrona la Virgen de Carrión, en cuyas proximidades tuvo lugar la batalla entre el General Carrión y los musulmanes, que fueron vencidos gracias a la intercesión mariana, concediéndole la localidad a la Virgen el título honorario de General; por ello desde entonces la imagen porta bastón de mando y la faja distintiva de los generales que le fue impuesta el 8 de septiembre de 1961.

Faja y bastón confunden la historia y la leyenda como nos describe Don Lino Duarte quien insiste en que Carrión existe desde la fundación de la villa por los siglos XII o XIII. Además en aquella época no había generales y la provincia de Badajoz ya estaba libre de musulmanes porque pertenecía ya a la Corona de Castilla y además la faja no era una prenda de uniforme ni atributo de generales en aquella época.

Esperemos que futuros historiadores pongan en claro la realidad sin que ello menoscabe la inmensa devoción a nuestra patrona.

Curiosamente, una de esas primaveras, al alba, pude ver la luz de mi querido pueblo, tras larga espera por parte de mis progenitores. Se sucedieron más hermanos, quienes conformamos la prole numerosa que todo paisano conoce. Los inviernos eran fríos y la TV brillaba por su ausencia en mi domicilio. Sin comentarios… Crecimos en el seno de una familia católica, exigente en educación en valores.

Mi niñez se desarrolló como la de cualquier niño. Juegos que requerían escaso gasto, paseos por las murallas, bolindres en la callejina próxima a donde estamos ahora, visitas a la Sierra de Santa Lucía, Cruz de San Blas, Frailes Viejos, baños en la rivera de Carrión, por supuesto sin permisos paternos y un largo etcétera. De aquellos años permanecen en mi recuerdo los compañeros de aquel Colegio Libre Adoptado, denominación que nunca comprendí. Juntos terminábamos el Bachillerato Elemental.

La continuidad de mis estudios se desarrolló fuera de la localidad. Con 13 años aparecía el primer trauma, el abandono del nido. No hubiera sido así en este momento, juventud de Alburquerque, que disponéis de un instituto con profesorado de alto nivel, que ha proporcionado grandes profesionales en nuestra región, país y fuera de nuestras fronteras.

Pronto llegó mi ingreso en la Universidad de Extremadura, Facultad de Medicina, donde obtuve el título de licenciado, actualmente de grado.

En aquel momento, 23 años recién cumplidos, un fonendoscopio, un maletín de primeros auxilios y la duda interior de qué soy y qué represento, fueron responsables de mi andadura hacia lo desconocido hasta completar 42 años de servicio activo. Fácil por tanto averiguar mi edad: basta una simple suma.

Nunca me desligué de esta hermosa villa. Mi mano siempre estuvo tendida al que me necesitó. En un rincón de mi corazón mantengo la llama encendida como muestra del amor a mis paisanos y a mi pueblo. Ella se perpetuará hasta el fin de mi existencia.

Mi vida adulta estuvo marcada por la aparición de mi primer amor, Coro, mi alumna en la Escuela de Enfermería de Badajoz. Fruto de nuestro matrimonio, aparecen en escena mis tres maravillosos hijos, piezas clave tras su desaparición precoz, joven ella y joven yo. Ellos representan el mejor legado que pudo dejarme. Gran profesional, buena madre y mejor esposa. Ellos yugularon mi ansiedad, secaron mis lágrimas. El proyecto construido para educarlos se truncó un octubre de 2011. Caía el pilar más fuerte del edificio. Quedaba el más débil. Mi coraje y fuerza impidieron el derrumbe de la construcción. Ellos serán testigo de este hecho…

Había llegado la hora del segundo acto de la obra. Aparece Raquel, esa chica rubia de ojos azules que me cautivó desde el primer momento. Ocurría el desarrollo en la EOI de Badajoz. Éramos compañeros de clase. En el momento actual conduce mi destino. Es pareja, compañera, mi mujer. Aquella persona que me hizo sonreír de nuevo, la que dio sentido a mi soledad impuesta, empuja mi continuidad en el servicio laboral activo, fiel defensora de mi actual proyecto ONE HEALTH o GLOBALIZACIÓN DE LA SALUD.

Como dice mi querido cuñado Cándido: “todo queda en Educación”. Mi alumna y mi compañera de clase.

A ellas rindo homenaje desde esta tribuna.

Un emotivo recuerdo a mi madre, mi confidente, experta en gestión para reducir listas de espera del SES. Conocedora hasta el último momento de nuestras planillas, guardias y días de consultas. Se encargaba de citar al que acudía solicitando ser visto por mí. En otros casos era ayudada por su hermana, mi tía Trini. ¡Vaya par de hermanas! Cuando la enfermera de consulta me informaba del número de enfermos de ese día, mi contestación automática era: “suma 8 que vienen citados de Alburquerque”.

Otros pacientes recurrían a la auto cita. Bastaba llegar al hospital preguntando por “Don Paquito Bueno”.

Queridos amigos, nuestro pueblo, singularizado por numerosas crisis a lo largo de los años, conflictos bélicos desde tiempos inmemoriales, sin dar la espalda a las inexplicables guerras de los siglos XX y XXI, ha demostrado ser un pueblo fuerte, luchador infatigable. Saldrá adelante con la ayuda y el coraje de todos. Contad con la mía. Un pueblo donde crecieron en paz y armonía tres culturas muy diferentes: cristiana, judía y musulmana, superando a lo largo de los años numerosas vicisitudes.

Desde la Edad Media, bien representada en nuestro festival medieval, el pueblo llano se entregaba al carnaval para olvidar el hambre, entregando o vendiendo a sus hijas al señor del castillo y/o a sus adláteres a cambio de un mendrugo de pan mientras los bailes cortesanos amenizaban suculentos banquetes en la plaza del castillo a los pies de la Torre del Homenaje.

No podemos pasar por alto el azote de las epidemias de peste entre 1347-1352, de gripe española en 1918-1919 o el drama actual de una pandemia que va remitiendo y ha azotado al mundo con una violencia desproporcionada. Tiempos de angustia, dolor y desconocimiento de todo, en los que dinero, poder o posición social no sirven de nada. Una lección bien aprendida: ante la enfermedad todos somos vulnerables.

Por razones sobradamente conocidas la he vivido en primera fila. Su desarrollo lo he podido plasmar en un capítulo del libro “Apuntes de una pandemia”, cuyo resumen permítanme que les lea textualmente para evitar que una coma o un punto olvidado puedan desvirtuar el mensaje que deseo comunicar:

 “Aprendimos a situar WUHAN en el mapamundi. Se pusieron de manifiesto hábitos alimenticios de países orientales ya sospechados por la población general. Hace su aparición la Organización ONE HEALTH, que lidero desde hace más de 10 años en Extremadura.

Mi situación, un médico internista de un Hospital regional, hizo plantearme desde el primer momento la idea “qué puedo aportar yo”? La respuesta no se hizo esperar, “luchar por la causa”.

Tratar la enfermedad fue mi obsesión y salvar vidas mi meta. La modalidad de confinamiento me permitía salir a diario de mi casa, llegar al Hospital con el alba deseoso de empezar la labor asistencial y sediento de transmitir empatía al que sufría un padecimiento para el que no se conocía fármaco eficaz. La tristeza se apoderaba de mí pero es cierto que aprendí a fingir.

El distanciamiento marcaba mi día a día. No vertía sobre Raquel los sinsabores del día que terminaba y mis hijos parecían distantes en el tiempo y realmente, en el espacio.

Aislado en mi despacho pasaba horas y horas expectante a cualquier nuevo estudio que apareciera. Ir a la cama sólo aportaba sueños distorsionados y lágrimas incontroladas que me hacían regresar poco después a aquella habitación que guardará mis secretos de soledad a lo largo de los siglos.

Toda mi obsesión se limitaba a la búsqueda desenfrenada de información novedosa que pudiera aportar sosiego a mis pacientes, familiares directos, algunos de ellos inmersos en la enfermedad grave.

Como todo el país, a las 20 h., ¡menuda obligación!, aparecía en la ventana al son del Himno Nacional y al ritmo de Resistiré del Dúo Dinámico. Aplausos dirigidos no sé a qué o a quién ni para qué… pronto descifré el significado: agradecimiento generalizado del pueblo luchador que reconocía una gestión particular, desinteresada y espontánea, que pedía clemencia y suplicaba apoyo. Entregaban lo que les quedaba, batir las manos para agradecer los logros del día que terminaba.”

Algo parecido a lo que ocurría en Alburquerque, en las epidemias de la Edad Media que ya comenté. El pueblo llano enfrentado a las puertas del Castillo.

“Raquel, mis hijos, mi madre, mi familia, mis amigos, mis pacientes han justificado mis desvelos. La vida me dio la oportunidad de permanecer entre ellos. Otros muchos, sanitarios como yo, compañeros Médicos, no tendrán la oportunidad de conocer resultados, quedaron en el camino.”

A ellos dediqué mi escrito y esta noche lo hago de nuevo con mi voz desde este escenario sin precedentes.

¡Alburquerqueños, jóvenes y no tan jóvenes, empresarios, Organizaciones Locales, Corporación Municipal al completo, luchemos por que nuestro pueblo recupere la actividad noble, leal y absolutamente libre sin prejuicios políticos!

Mi mano está tendida. ¡Viva la Noble Villa de Alburquerque! ¡Viva Nuestra patrona la Virgen de Carrión!

¡Os quiero y permaneceréis en mi corazón, abierto al pueblo entero, mientras viva!

Fotos: Revista Azagala

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