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REFLEXIÓN DOMINICAL: ¡¡Cuídate, querido Alburquerque!!

A TODOS LOS ALBURQUERQUEÑOS VICTIMA DE LA CRUEL CONTIENDA FRATRICIDA ESPAÑOLA DE 1936. D.E.P.

ANTONIO L. RUBIO BERNAL

Nunca se deben pedir disculpas por sincerarse; sería C. Dickens quien me enseñara algo muy útil para la vida, “nunca cierres los labios a quienes has abierto el corazón”.

Si tuviese que buscar razón para lo que hoy pienso escribir, en el único rincón donde la encontraría sería en el contexto que envuelve a nuestro país, dando la razón a Melchor de Jovellanos, “España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentando destruirlo y no lo han conseguido”. Por un lado, la indómita pandemia que se ha llevado por delante a un amigo, al padre de otro, y que actualmente está conllevando el sufrimiento de amigos con hermanos infectados, amigo abuelo con nieto, antiguos alumnos con padres, conocidos…, por doquier los encuentro; pandemia que nuestros gobernantes no saben ni cómo barajar -¡17 reinos de Taifas en su exponente máximo!-, tomando decisiones desde arriba sin ton ni son, a toda prisa, sin asesoramiento científico ni técnico –de ahí el indecente número de fallecidos en ambas olas; toda una valiosa generación perdida-, decisiones que llegan siempre tarde, y un presidente que, aparte de escurrir el bulto con sobrados gestos marcados de altanería, al respecto sólo puede presumir de ignorancia y petulancia: “estamos ante una nueva normalidad”, “sabemos cuál es el origen de los rebrotes”, “las medidas digitales salvan vidas…”, sin olvidar la imponente suma de conductas imprudentes e irresponsables de muchos muchos de nuestros compatriotas, jóvenes y menos jóvenes, incluso yo diría que algunos bastante “maduritos” –¡pues anda que la celebración del aniversario del periódico, con periodista afamado al frente y sus concurrentes gozantes de rango, bien ministerial, parlamentario o de gobierno local, de todos los bandos! ¿Se habrá visto cosa igual?-, de todo ello me brota la sensación de riesgo y por qué no decirlo, miedo, que me invade; y por otro, el entorno económico, que me espeta en las narices a amigos empresarios con sus pedidos de Navidad al garete, amigos ganaderos con parideras listas para salir en breve y sin demanda, amigos agricultores sin cobrar su producción del año porque la central hortofrutícola no encuentra salida para su fruta, etc., etc., a lo que se suma una cifra ascendente de paro y más paro y un gobierno “a contracorriente” –subiendo impuestos cuando Europa los baja, ensalzando presupuestos basados en la fantasía que lo único que garantizan es permanecer en el poder cuatro años, con un coste de déficit público que nos llevará a la ruina, pero eso sí, dando gusto al populista Iglesias –en serio, no sería yo quien dudase que más pronto que tarde militase en las filas del PSOE-; pues bien, todo ello me lleva a confesar que me encuentro apesadumbrado, sin ánimo ni fuerzas, sin la chispa que tanto me gusta a la hora de expresarme, por ser incapaz de desligar de mi persona el sufrimiento y la preocupación de los demás, que son “los míos”.

A lo largo de este itinerario de reflexiones, todo lo escrito ha sido fruto de mi rebeldía contra la triste y negra situación en que se encuentra nuestra querida villa -¡De qué gobierno local tan grotesco te dotaste, hija mía!-; pero últimamente esta rebeldía se viene duplicando por ser también, como he referido, contra el (des)gobierno que vive nuestro país, con un gobierno –esperemos no tener que denominarlo pronto “jefatura”-, desnortado, imprudente y mendaz. Lo confieso: me encuentro desconcertado e ignorante de por dónde saldrá todo lo que juzgo inoportuno, arriesgado o descabellado. ¿Acaso tú lo sabes? Ya lo dijo M. Twain, “cuando estés en duda, di la verdad”. En ese sentido va mi confesión, pues como dijese mi queridísimo, e inolvidable, hermano Vicentón “la paciencia se lleva fatal con el tiempo”. Vamos allá.

Sería largo (quizá demasiado para una entrega) expresar lo que estos escritos han significado para mí: ¿Hilo de conexión con Abu-al-Qurq? ¿Resorte para expresar enfados y cabreos? ¿Válvula para exteriorizar frustraciones? ¿Manera de manifestar mis mejores deseos de felicidad? ¿Cauce para reabrir cuentas pendientes? ¿Medio para ajustar otras? Casi un año volcando al papel lo que el momento “puertoalbaqueño” me transmitía, que, como todo, para unos habrá resultado muy al gusto y para otros, odioso, bodrio o… Sea como fuere, nada hubiese sido posible si tú, preciado lector, no hubieses estado ahí, ante la pantalla, leyéndome. ¡Mil gracias!; al igual que a “mi portentoso mentor”, “Ramiro” -hoy le concedo el Don; ¡Rosita, por favor nao com ciúmes!-, que por obra de su hechizo he pensado en mi histórica villa, he leído sus noticias –dignas alegrías, pocos parabienes y multitud de infortunios y reveses-, e incluso su estilo- el de D. Ramiro, claro-, ha llegado a ser leitmotiv para imaginar y crear tanto sobre lo leído como sobre lo escuchado, siempre con su aliento a vino tras mi nuca, lo mismo invitándome a recapacitar sobre lo escrito que a buscar información más veraz para aseverar con mayor pujanza garabateada; e incluso ofreciéndome como fuente inagotable de inspiración su libro, “Puerto de Albahacar”, donde he podido empaparme en los momentos tardos en los que la mente no daba más de sí. Cómo no, muy agradecido también a Adolfo Trocolí –de algún modo “coautor” forever-, al que he referido siempre lo expuesto, pues su justo consejo, abrigado con prudencia, deviene siempre en inmejorable timón.

Muchos son los años que llevo fuera, pues pareciese que mentalmente no me hubiese ido; ahora, eso sí, poco ha mermado mi cariño –no va conmigo eso de que, por los tiempos, pudiese avergonzarme mi cuna. Los políticos caducan; y hasta que muera, Alburquerque será mi pueblo-; y si opto por apearme, con la que está cayendo, dentro y fuera, y precisamente ahora, no por otra razón lo hago sino por abatimiento y desaliento ante todo lo que me rodea. A decir verdad, también mi vida familiar en estos momentos ha cambiado, al cuidado como estoy de un anciano, y con mi esposa en Villanueva por motivos laborales. En la medida que el tiempo me lo permita, firme propósito tengo de centrarme en mis lecturas, retomar proyectos aparcados y estar pendiente de la página digital por si en algún momento creyese deber opinar –sí, porque no se iban a librar de mi “lengüita sobre poste estilográfico” de modo tan cómodo y fácil, ¿verdad? Presumo de dejar la puerta abierta por si algún día surge otra “inspiración”-; y a mi querido Abu-al-Qurq confesarle, por última vez desde esta tribuna, que gran pena siento por verte martirizado, mal gestionado y vilmente engañado por tus “gerifaltes” –el de antes y la de ahora-, encaramados en el “Olimpo de la Desvergüenza” y con la diosa “Mentira” presidiéndolo. Sería Azorín quien dijese, “no hay más realidad que la imagen ni más vida que la conciencia”.

Mandaros un fuerte abrazo al ritmo y letra del gran Joaquín /”… si nos cruzamos por la  vida, no me preguntes dónde voy, mira mis ojos y adivina, lo que busco y lo que soy…”/, con el inconfundible ¡Javier Gurruchaga! /”Y digo adiós; adiós, adiós…”/ Hasta siempre.

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Portada: Extraordinaria fotografía de José Ramón Rivero Jiménez, que ya publicamos en la edición impresa.

Foto 2: Imagen de un ganadero, en grave crisis por el Covid, algo a lo que es muy sensible Antonio Rubio.

Foto 3: Antonio Rubio, interviniendo en un Encuentro de AZAGALA.

Foto 4: En otro Encuentro, con su lady Carmen, su querida esposa.

Foto 5: Con otros miembros del Consejo de Redacción.

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