ANTONIO L. RUBIO BERNAL
Bien claro nos lo dejó dicho Ramiro: “¡Cuánto celebraré el día en que este consistorio acate modales democráticos y olvide la casposidad retrógrada!”; sí, señora alcaldesa, porque con su manera de no dar respuesta a las preguntas de la oposición -amparándose en la Ley de Régimen Local, que la contempla para “casos excepcionales y debidamente motivados”, en nada aplicable al caso- lo que hace es despreciarla, y así flaco favor le hace a la democracia, en la que otros creemos y a la que usted representa por partida doble: en ayuntamiento y en diputación. En román paladino: usted no demuestra creer en los valores que la democracia conlleva, y de la que cobra religiosamente su mensualidad, no como otros.
La excusa de la falta de tiempo, de nuevo, como que no nos la creemos, nos suena a evasiva, al menos a los que no somos de su cuerda. Y lo que es menester que, con tanto pretexto, la justicia no le dé un toquecito como diciéndole: ¿Pero usted quién se cree? ¿Sidi, que está tan en boga? Y aunque no le parezca, todas las cuestiones versaban sobre asuntos que, para nosotros, los alburquerqueños, son de sumo interés, porque conllevan nuestros intereses.
Una persona tanto tiempo enrolada en la política, y viviendo de ella, debería saber, como representante de los demás que la “responsabilidad” –preparándose las respuestas debidamente, y con antelación, formuladas-, la “honestidad” –facilitando todo tipo de explicaciones oportunas-, el “pluralismo” –sí, porque los otros también fueron elegidos y son representantes como usted-, y la “tolerancia” –no son enemigos, luchan por la misma causa: el devenir del pueblo- son valores democráticos que usted como representante público debería ser la primera en acatar y venerar.
Su actitud, ni mirar a la cara al adversario “político”-eso de la tolerancia como que no va con usted- y merecerle unas risas el sainete representado –solemos hacerlo cuando carecemos de argumento y el ridículo nos invade-, dice bastante de su talante, impropio en una representante política del siglo XXI; así que como demócrata, y con humildad, se lo digo: poco respeto podrá exigirnos si el suyo es de semejante calado.
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