ANTONIO L. RUBIO BERNAL
Cualquier persona que lleve un cierto tiempo visitando o viviendo en nuestro pueblo, convendrá conmigo en que, en lo que pueda durar una vida, aquí se ha visto cómo el deterioro, en lo económico, y más en lo social, es cada día mayor. Y si bien resulta triste tener que aceptar todo aquello que de Historia de España ignora un porcentaje elevado de compatriotas, aún mayor es la pena al contemplar la ignorancia y oscurantismo sobre algo tan próximo como lo que nos ha tocado vivir. A mí, domingo 26 de enero, a las 7 de la mañana, tomando un buen café de puchero junto a la lumbre, me hace pensar.
No es que quiera volver siempre a lo mismo, pero me indigna leer noticias del calado de “Impagos de salarios, silencio y represalias a los trabajadores”. Y quiero pensar que no todo el mundo tiene agallas, y entrañas, diría yo, para leer la noticia y quedarse tan pancho. Desmenucémosla. Respecto a lo primero, “Impago de salarios”. No quiero ni pensar en épocas anteriores cuando un empresario, por necesidad económica, dejaba de pagar algún mes. Se tiraban a la yugular, con piropos del calibre: “¡Cacique, fascista, dale al obrero lo suyo!”, ignorando si realmente las cuentas salían o no. Pues ya todo ello se ha olvidado, al igual que de la cantinela: el salario debe ser pagado con puntualidad, acarreando intereses su demora por incumplimiento. De la intervención del FOGASA ni hablar, no ha lugar por carecer de acto de conciliación judicial o sentencia. Luego, o se mojan la barriga o a esperar que las voluntades o fondos cambien, asunto difícil visto el proceder del consistorio. “Silencio”, año 2020, comunidad autónoma de país europeo, jactándonos al decir: “Europa nos protege con su supervisión”. ¿Será por el hecho de no hablar que esperemos algún día más? La libertad no es gratis, y se ha establecido la ley del silencio. ¡Qué triste! Salvo una valiente mujer, el resto, dice la noticia, no se han atrevido a criticarlo públicamente por miedo, como si fuese algo que no atentase contra sus derechos. ¿O es que nuestros trabajadores municipales no los tienen? A la luz de la noticia pareciese que no. Pero aún resta lo peor: “represalias” a los mismos. Claro que teniendo ante los ojos a compañeras marginadas precisamente por quejarse de dicho impago, cualquiera suelta prenda. Y que parece ser que han sido las únicas que no han sido llamadas precisamente por esta acción, pues, según la noticia, ya habían sido advertidas por la alcaldesa al pedirle su “colaboración”, que en este caso no era otra cosa que silencio ante la situación de incumplimiento por el impago, sin denuncia alguna al respecto. Es decir, lo que se entiende por “quien se mueva, no sale en la foto”, qué vergüenza, tan tristemente puesto de moda, dicen, por Alfonso Guerra en el PSOE. ¡Uy, olvidaba que es “su” partido! Y lo más indignante, refiere que junto a ella está el anterior alcalde. Pero bueno, ¿no nos comunicaron en su día que renunciaba a la asesoría por las denuncias de la oposición? Pues a tenor de la noticia es él quien dispone la contratación y su forma. ¿O es que aquí también se vive el fenómeno de puertas giratorias?
Créanme, esto, según mi percepción, lo mismo equivocada, se pone cada día más difícil. Y esperemos que no nos toque vivir el naufragio colectivo sin saber, o sin querer saber, qué razones nos han llevado a ello, y que no llegue el día en que sea necesario aceptar la imposibilidad de vivir juntos o que la convivencia deteriorada hasta lo indecible se convierta en norma aceptada por una amplia mayoría, que como dijo Karl Popper “nunca establece lo que está bien o mal, pues también puede equivocarse”.
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