Aureliano Sáinz
Ya he comentado que la marcha de Alburquerque, lógicamente, supone un alejamiento de las vivencias que se tuvieron en el pueblo. Bien es cierto que dependiendo de la distancia se pueden dar ciertas conexiones. En el caso de lugares alejados el contacto se hace difícil por las comunicaciones tan complicadas que hay con Extremadura, en general, y con el pueblo, en particular.
Precisamente Barcelona es una de las grandes ciudades que ofrece dificultades para todos aquellos que se desplazaron a Cataluña; por cierto, una comunidad muy numerosa, pues no solamente viven en la gran ciudad alburquerqueños, sino también en otras ciudades que a las familias les ofrecieron la posibilidad de tener un trabajo con cierta estabilidad que les diera la posibilidad de ver un futuro más seguro para ellos y sus hijos.
Sobre la relación con Alburquerque y otros temas de tipo personal acordé con José Manuel cerrar esta tercera parte de su trayectoria, de modo que ahora podemos conocer algo más de una persona que se ha implicado abiertamente en la participación de la dinámica en el pueblo a través de la revista Azagala.
Vamos a ir cerrando esta larga charla que hemos mantenido de modo que me gustaría saber si volviste a tener contacto con el pueblo por aquellos años en los que tu familia salió de Alburquerque para venir a Barcelona a establecerse.
La verdad es que, durante los años que duró la infancia de mis hijos, mi contacto con Alburquerque se limitaba a un par de días al año en verano, teniendo en cuenta que, inicialmente, nos desplazábamos a Balboa, lugar donde vivían mis suegros, y de allí partíamos al pueblo.
Sería a partir de 2002, año en el que me hice suscritor de la revista La Glorieta, cuando comencé a estar más al día de lo que acontecía en el pueblo. Bien es cierto, que eran informaciones que no las podríamos tener de otro modo.

Volví a tener una relación más asidua con el pueblo en el año 2017, a partir del encuentro de la revista Azagala de ese año. Todo ello empezó con una conversación que mantuve por messenger con Viti Píriz, con la que hacía varios años que no tenía contacto, aunque nos conocemos desde que éramos unos adolescentes por tener vínculos familiares.

Esto supuso una conexión más estrecha. Tanto es así, que desde entonces, su casa y la de mi primo Isidoro ha sido la mía cuando he ido al pueblo. Entre Viti y Francis Negrete me animaron para que fuese a ese encuentro de Azagala. A partir de entonces empecé a colaborar con la revista y con el Colectivo Cultural Tres Castillos, del cual soy presidente desde el año 2018.



Ya conocemos una parte importante de tu vida. De todos modos, hay algo muy personal que también nos define como son las propias aficiones. ¿Cuáles han sido las más importantes para ti?
Aunque parezca extraño, mi principal afición siempre ha sido mi trabajo o, mejor dicho, mis trabajos, todos relacionados con la tecnología, desde que a los 14 años empecé a plantearme lo que me gustaría hacer. Siempre me inclinaba por la electrónica y toda mi vida académica y laboral se ha desarrollado alrededor de esta técnica.
Tengo otras aficiones como son el bricolaje, la lectura y la música. Esto último por influencia de mi padre y por haber vivido una época irrepetible de la música moderna. También, sobre todo desde que dispongo de más tiempo libre, me encanta irme a mi casa de los Pirineos.


Hablas de tiempo libre, que nos suele llegar en edad avanzada. Entonces te pregunto, ¿qué ha supuesto para ti, por un lado, ser abuelo y, también, la jubilación?
Ser abuelo es un estado difícil de explicar. Por un lado, los primeros días piensas o sientes que te estás haciendo mayor; pero cuando empiezas a disfrutar de los nietos (en mi caso solo una nieta), es al revés, ves la vida con un horizonte diferente.
En cuanto a la jubilación, realmente no sé lo que es, ya que he continuado activo asesorando empresas, impartiendo cursillos, conferencias, etc. No tengo intención de apartarme por voluntad propia; será la propia vida la que me jubile del todo algún día.
Ya nos has comentado tu acercamiento más estrecho a Alburquerque y tu incorporación al equipo de Azagala al aceptar la presidencia del Colectivo Tres Castillos y la creación de la edición digital de la revista. ¿Cómo te sentiste al asumir este nuevo proyecto?
Este proyecto ya lo tenían en mente quienes estaban al frente de la revista; pero por falta de ganas, o de medios, no se había consolidado. Con mi llegada al consejo de redacción, la primera propuesta que realicé fue la de crear una página web para la edición digital. La propuesta se aprobó por unanimidad y en poco más de tres meses ya se empezó con la edición digital. He de decir que yo contaba con la gran ventaja de que mi hijo Pau es ingeniero informático y se puso a trabajar en el proyecto de inmediato.


Pasemos a un tema distinto, pero que ha estado muy presente durante muchos años. Una vez que conoces con más detalle la realidad del pueblo, ¿qué sentimientos te embargaban cuando veías la situación de deterioro en la que se encontraba el ‘antiguo’ Alburquerque?
Precisamente esto fue el resorte o la causa que dio lugar a que me volcara con el colectivo y con la revista. Me planteé como un reto propio el hacer todo lo que pudiese para ayudar a que se revirtiera la situación tan penosa por la que estaba pasando el pueblo. La lamentable situación me recordaba a tiempos pasados, de cuando me fui. Veía a un gobierno municipal caciquil y dictatorial que tenía que desaparecer.

Ciertamente, la trayectoria de Azagala ha sido crucial para el cambio en Alburquerque, que no puede entenderse sin la existencia de la revista. No obstante, me asaltan algunas dudas. ¿Cómo ves la situación ahora de la impresa y de la digital? ¿Sobrevivirá la edición impresa?
En la última reunión del consejo de redacción, celebrado en agosto, nos planteamos la opción de acabar con la edición impresa cuando lleguemos al número 150, dado que es imposible mantenerla económicamente. Si bien se aportaron ideas para conservarla reduciendo la periodicidad, que podría pasar de mensual a trimestral y hacerla coincidir con épocas de ferias, Festival Medieval, Semana Santa, Navidad o cualquier otro acontecimiento de especial interés. Otra de las opciones barajada es conseguir algún tipo de subvención o bien publicidad. Pero todo esto también conlleva la incorporación de más personas a la redacción y edición, ya que formamos un equipo muy reducido para poder llevar adelante las dos ediciones.
Sin embargo, la edición digital está subiendo día a día, dado que el número de lectores nuevos está próximo a los 1.500 cada mes. Todo ello nos acerca a cifras relevantes, puesto que en algunos meses se alcanzan las 50.000 entradas en la web. Como los seguidores pueden comprobar, estamos apostando por la vertiente cultural y abriéndonos a nuevas secciones, lo que nos obliga a contar con nuevos colaboradores, que esperamos se vayan incorporando.
Por otro lado, he de confesar que mi labor en la revista ya está llegando a su fin. Son ya 5 años al frente del colectivo y creo que se ha de hacer un cambio en la presidencia. Se necesita una persona más cercana al pueblo; si es posible que viva en él y que aporte nuevas ideas. Yo hubiese querido hacer mucho más, pero vivir a 1.000 kilómetros no me lo ha permitido. Aunque he hecho el esfuerzo de trasladarme bastante seguido, calculo que en cinco años habré realizado unos 35 viajes. Eso no quiere decir que me desvincule del colectivo ni de la revista, ya que seguiré perteneciendo al consejo de redacción, si el resto de los miembros me lo permiten.
Para cerrar esta larga y grata charla que hemos mantenido, y aunque esta pregunta puede parecer un poco incómoda, ¿cómo te definirías como persona o cómo quisieras que se te recordara?
La verdad, es que no soy yo quien tengo que definirme. Sinceramente, estaría muy satisfecho de forma que se me recordara como se recuerda a mi padre: honrado, solidario, muy sociable y cordial. El nombre de mi padre, Pepe Leal, aún es recordado en el pueblo, 60 años después de que nos trasladamos a Barcelona. Mi mayor satisfacción es que se le siguiera recordando a través de mí. Me siento muy orgulloso cuando hay gente que me llama Pepe Leal.


Y si hay que hablar de alguno de mis defectos, tendría que apuntar que digo sí a todo lo que me piden, sin pensar que mi tiempo tiene un límite. Eso, a veces, me crea situaciones de angustia por no poder atender a todo.
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