Según hemos podido saber por personas cercanas a Murillo, algunas de las cuales la trataron de convencer hace ya tiempo de que dimitiera, ella insiste en que solo dejará el cargo cuando Vadillo se lo pida. La alcaldesa está dispuesta a resistir todo lo que haga falta y a sacrificarse por su mentor, quien sin embargo, como hemos contado en AZAGALA, no guarda la misma lealtad hacia ella.
De manera enfermiza, Marisa Murillo sigue al pie de la letra todos los movimientos que le ordena Vadillo y aparenta no estar sufriendo por ello, como si no tuviera corazón, ni remordimientos, ni empatía, ni escrúpulos. El ex alcalde, en cambio, echa la culpa a ella de la situación y jamás ha salido a dar la cara por Murillo desde que esta llegó a la alcaldía. Es más, ni siquiera fue al pleno de toma de posesión de ella ni ha ido a ninguna de las sesiones duras que ha tenido que sufrir en el último año. Vadillo quiere evitar ser abucheado y permanece en la sombra, dedicándose solamente ya a tratar de convencer a personas que estén dispuestas a inmolarse porque él continúe en el poder y cobrando, tal y como ha sucedido con la última que ha tomado posesión, Ángela Estévez, aunque solo haya servido para prolongar la agonía del régimen y el sufrimiento de los trabajadores.
Por tanto, es inútil pedir a Murillo que se marche, porque no lo hará mientras el enfermo de poder no le dé la orden, y eso nunca lo hará.
La alcaldesa tiene ya solo un pequeño círculo, de no más de cuatro personas, con las que habla, y ha perdido todas las amistades que tuvo y echado por tierra toda su dignidad y su reputación.
Hits: 0