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Sale el imprescindible número 122 de AZAGALA

Ya está en la calle un nuevo número de AZAGALA y desvelamos algunos de sus contenidos. Tratamos en profundidad del pavoroso incendio y de detalles que no se han contado sobre este desgraciado suceso. Nos preguntamos por qué calla el sector de la hostelería y no alza su voz contra la negativa del ayuntamiento a abrir el castillo, como hizo con el centro de interpretación de la Edad Media, o por la pérdida de Contempopránea por culpa de nuestro nefasto desgobierno.

Publicamos un reportaje sobre cómo Alburquerque está entre los pueblos de España en los que la campana de una iglesia se sigue tocando a mano y recordamos a los campaneros que han existido en Alburquerque. Del sentido homenaje a Pedro Durán, ese hombre joven apreciado por todo el pueblo que desgraciadamente nos dejó. También desvelamos que el caso de dejadez y abandono de la residencia Virgen del Carmen es el más grave que ha encontrado el SEPAD en más de 6.000 inspecciones en Extremadura.

La historia del Casino que cerró tras 145 años de vida ocupa un espacio destacado y Luis González Soto nos cuenta al respecto que se ha olvidado, o se ha querido olvidar, que en Alburquerque hubo un tercer casino y no solo dos como se ha dicho siempre.

Dedicamos homenajes a Casilda Cordero, madre de José Manuel Leal, a Jesús Gil, a Fernanda, una de las “chavitas” y a Olvido Rubio.

Tanto Nico Benegas como Enrique Ambrós se muestran muy críticos en dos cartas sobre la situación del pueblo, y Francis Negrete, director de AZAGALA, empieza a narra la historia de la relación entre él y Ángel Vadillo bajo el título “Yo me acuso”.

Recuperamos un artículo de José Manuel Chavez, recientemente fallecido, sobre el recuerdo que tenía de las personas de la Villa Adentro.

Lázaro Rubiales muestra su preocupación sobre nuestro futuro y Víctor Píriz nos habla de una denuncia por lo penal que su compañero Manuel Arce acaba de interponer en nombre del PP por otro escándalo del ayuntamiento. Francis dedica su “Rincón perdido” a su compañera logopeda que se ha marchado de Alburquerque: “Las amargas lágrimas de Marta Trigo” (utilizando el título de la gran película de Fassbinder “Las amargas lágrimas de Petra Von Kant”). Elías Cortés recuerda el fútbol de los años 40 y 50 de Alburquerque en su imprescindible “Récord dudoso de andar por casa”.

Francisco Luis Gutiérrez, genio y figura, comprometido y honesto, nos desvela los motivos que le han hecho volver al fútbol tras tres lesiones graves. Antonio Rubio sigue con su historia de la guerra civil española y se centra en el comienzo del conflicto, mientras Juan Ángel Santos habla de un futuro plural para Alburquerque.

Pablo Bozas nos cuenta la inauguración de la “Casa da Ciudadanía Salgueiro Maia” y Eugenio López se centra en los prolegómenos de la guerra civil en Alburquerque. Por su parte, Benigno Sáinz sigue con la singular e interesante historia del militar alburquerqueño que se hizo torero.

Continuamos con la historia de la Banda Municipal que nos legó nuestro añorado compañero Julián Cano, mientras Gabriel Montesinos rescata y comenta una obra de Lino Duarte: “Las Alcabalas de Alburquerque o los célebres Baldíos”.

Publicamos un reportaje de los 22 negocios que existieron en los años de esplendor de la calle Colón y otro acerca de dos gémelas, Inés y Lucía, que adoran Alburquerque, donde tienen parte de sus raíces: ambas han terminado Medicina con 23 años y tras 25 matrículas de honor y mayoría de sobresalientes.

Cierra el número un artículo sobre la Hermana María y el coro parroquial y Francisco Luis Gutiérrez con su sección del Rostro del Mes, dedicado a Paloma Cantero Maldonado.

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