ADEPA
Pareciera que desde que la Junta de Extremadura cerró definitivamente el proyecto de la hospedería, tras la intensa lucha que llevamos la gente que formamos Adepa, junto con otros alburquerqueños que no aceptaban ese absurdo proyecto, el destino del Castillo de Luna corre paralelo al de Azagala, es decir, su paulatino e imparable deterioro, porque la más relevante fortaleza cristiana medieval de Extremadura ya no interesaba para nada a quién desde el Ayuntamiento promovió ese disparate que ningún historiador, arquitecto o especialista en arquitectura militar respaldaba de forma explícita.
Y esto no son imaginaciones nuestras, como pudiera pensarse por parte de quienes siguen las directrices que emanan desde el poder municipal. Basta recordar en la cantidad de dinero invertida en los Baluartes y, puesto que ya no habría hospedería, desde la Junta de Extremadura se destinaron fondos para que se transformara en un Centro de Interpretación del Medievo, por lo que lo razonable sería que el Centro estuviera abierto para ser conocido y potenciar las visitas al Castillo.
Y sin embargo, nada de nada: cerrado a cal y canto y sin que nadie haya podido ver cómo quedó el interior tras la reforma realizada.
Ante esta situación de parálisis, desde Adepa, como Asociación para la Defensa del Patrimonio, registramos en dos ocasiones sendas peticiones a la alcaldesa para poder reunirnos y conocer cuál era el futuro previsto para los Baluartes.
Ninguna respuesta recibida, como si fuéramos unos indeseables a los que no hay que mirar a la cara ni responderles.
Esta fue también la actitud del anterior alcalde, pues cuando se embarcó por su cuenta y riesgo en cambiar las Laderas, se le pidió verbalmente conocer el proyecto (que, por cierto, nunca existió, sino una simple memoria). Su respuesta fue en el sentido de que si nos lo enseñaba se arriesgaba a que sucediera algo parecido que con la hospedería.
Ya sabemos cómo han quedado las Laderas: sin los centenarios eucaliptos, llenas de matojos y cerrado el camino que enlazaba el Reducto con la entrada al pueblo por la zona de las Alcabalas.
El abandono y la desidia mostrada con el Castillo ha llegado a su máxima expresión cuando han aparecido pintadas en dos partes diferentes de las murallas. Una vergüenza y un auténtico acto de vandalismo contra lo mejor de nuestro Patrimonio. Esta acción no debería quedar impune, de modo que habría que investigar quién o quiénes fueron sus autores para que se tomaran las medidas pertinentes.
Y ya que no conocemos quiénes realizaron tan vergonzoso atentado contra el Patrimonio, que en el fondo es consecuencia del abandono en el que se encuentra la fortaleza, se hace necesario borrarlas, pues aunque se piense que están en zonas no muy visibles, supone una degradación del conjunto.
Por otro lado, ya sabemos que el acceso al Castillo se ha cerrado y que una valla metálica impide la entrada por el conocido túnel. Pero no hay más que acercarse a los Baluartes o a cualquier parte de la fortaleza para ver cómo crecen los jaramagos y los arbustos de manera alarmante. Esto supone que los muros y suelos, paso a paso, se deterioran al ir penetrando en el mortero que une las piedras y abriendo grietas entre ellas.
Esta es una de las causas por la que muchos de los castillos y fortalezas de nuestro país se encuentran en estado ruinoso o semirruinoso. Es por lo que la limpieza y conservación del Patrimonio arquitectónico son fundamentales para su supervivencia, ya que si se abandonan acabarán en situaciones irreversibles, como sucedió con el puente de Guadarranque, del que tiempo atrás advertimos del estado crítico en el que se encontraba.
Unas señales de los deterioros que sufren las fortalezas medievales se dan cuando aparecen boquetes o portillos en sus paredes externas. En el caso del Castillo de Luna, son abiertamente visibles en distintos puntos, lo que debería ser motivo de clara preocupación, dado que cada vez son más pronunciados, con el peligro que supone para la integridad de la fortaleza.
Pero esto, siendo un problema que viene de lejos, no por ello hay que aceptarlo y, en el futuro, lamentar la situación cuando ya se haya agravado.
En Adepa somos conscientes de que vivimos en un estado de anormalidad por la epidemia en la que nos vemos envueltos; pero no por ello debemos dejar de atender a otras cuestiones como la limpieza, conservación y restauración del mayor bien del que dispone Alburquerque. No podemos pensar que cuando entremos en una verdadera normalidad se abordarán las cuestiones indicadas, dado que los males que hemos descrito son muy anteriores a esta realidad de alarma sanitaria.
De todos modos, creemos que la preocupante situación en la que se encuentra nuestro Castillo de Luna nos impulsa a que iniciemos una campaña en su defensa, por lo que hemos comenzado con este escrito que publicamos en Azagala con la intención de concienciar y sensibilizar a todos aquellos o aquellas que aman nuestro Patrimonio para aunar fuerzas con el fin de que se tomen medidas que vayan en la línea que anteriormente hemos descrito.
Posteriormente, iremos impulsando otras acciones. Es por lo que os pedimos vuestro respaldo, dado que por nosotros mismos no podemos forzar a que se cumpla la Normativa que existe sobre la protección, conservación y restauración de los bienes patrimoniales.
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