JOSÉ ANT. RAMOS LOZANO
“Es inútil volver sobre lo que ha sido y ya no es” -Chopin-
Mucho se ha escrito sobre la renovada revolución iconoclasta que vivimos últimamente por mor de un revisionismo histórico que no conduce a nada. Destruir estatuas, libros u otras obras para imponer una interpretación con registros morales o políticos actuales no tiene mucho sentido. Se pretende implementar una reivindicación de derechos retroactiva para culpabilizar a nuestros ancestros por las acciones u omisiones que llevaron a cabo y que a día de hoy serían reprobables.
Si esto fuese así, los españoles tendríamos una fuente inagotable de litigios contra multitud de pueblos y ejércitos invasores que vulneraron los derechos y leyes vigentes en aquellos momentos. No nos corresponde a nosotros juzgar el pasado ni a los personajes de la historia con ánimo de revancha, sino de conocimiento. Lo razonable sería vivir el presente, pensar en el futuro y tener en el pasado un consejero muy válido a la hora de tomar decisiones.
La trágica muerte de George Floyd, su asesinato, ha despertado el odio racial que sin duda existe, pero es un odio racial que no existe solamente en un sentido, el racismo también existe hacia el hombre blanco dentro de sociedades con otras mayorías étnicas; sin embargo, nadie habla de esto.
El hombre occidental sin ser necesariamente blanco, aspira a una vida sin sobresaltos, a tejer una malla de relaciones sociales y económicas que le ayude a lograr sus objetivos. Este estilo de vida genera una desconexión entre los occidentales y los que han venido a nuestros países para buscar una vida mejor. La falla cultural es muy grande, también la económica, pero a mi juicio es mucho más grande la cultural. Para los que vivimos aquí es nuestro modo de vida natural, vivimos en nuestra tierra y no nos sentimos a disgusto en un sistema creado por y para nosotros. En cambio, las personas con diferentes culturas y modos de vida se sienten desplazados, pretenden culparnos de sus problemas y por extensión a quienes fueron los padres de nuestro estilo de vida; por eso atacan a Colón, a dirigentes del pasado y hasta el sursum corda.
No se dan cuenta de que eso no cambia nada. Yo reivindico el respeto hacia el distinto, hacia el discrepante, hacia quien practica una u otra religión; pero es exigible el mismo respeto en sentido contrario.
No me parece que haya que pedir perdón por actos cometidos en otras épocas, por antepasados nuestros o de otros lugares, y desde luego reivindico mi libertad para admirar, por ejemplo, a Hernán Cortés con sus luces y sus sombras. No me siento culpable de nada; de manera que dejen de quemar en la hoguera lo que no les gusta porque jugar con fuego es peligroso y se puede uno terminar quemando.
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