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EL HABLA ALBURQUERQUEÑA: pejiguera, pitá, pelete, pelfa, pendona, pirula, piltra, pujiede…

Los lectores pueden ya consultar una nueva entrega de la investigación de Eugenio López Cano sobre las palabras y frases típicas alburquerqueñas, muchas de las cuales ya se han perdido y por eso es tan importante este trabajo para la historia. Dentro de la sección CULTURA de esta edición digital de Azagala y en concreto bajo el titular EL HABLA ALBURQUERQUEÑA, hoy hemos añadido las palabras que empiezan por la letra P, tal vez la más abundante.

Como ejemplo podemos poner la pantaruja que “en Alburquerque se llamaba a la aparición de personas disfrazadas de fantasmas, que intentaban aprovechar el espanto de la gente para realizar con toda tranquilidad sus galanteos nocturnos”. Se decía palera para referirse a paliza; pamplinoso, pejiguera (pesado), penícula, o pitá, esa palabra que se refiere a escándalo y que tanta gracia hace cuando la pronunciamos delante de gente forastera que no la conoce.

La pargana era una parte del trigo que no quedaba bien hecha en la harina y, cuando un niño a la hora de comer, le decía a la madre: “Mama, el pan tiene pargana”, esta le contestaba: “Hijo, la poca gana”.

Un  Pedro Alonso es un alcaudón real. Se dice que alguien está pelete cuando está desnudo. “Han salido tías peletas en la película”, se comentaba tras salir del cine La Torre. Una pelfa era una paliza. Un pendón era un sinvergüenza y una pendona (aquí se aprecia el machismo) era una fulana.

Un peñascaso era una pedrada; una perná, una rama gruesa que nace del tronco; un perrengue era una pérdida de conocimiento, un peruétano alguien bruto y un picanso un provocador.

Para referirse al pene había y hay varias palabras que empiezan por P: pito, picha o, en el caso de los niños, pilila o pirula. La piltra era la cama; una pitera una herida en la cabeza; andar de pingoneo era callejear; una poipa era una persona delicada y llorona; una posta se decía para referirse a una cagada; la pringue era la grasa que soltaba el tocino u otros productos contundentes, igual que el puelme era la salsa con trocitos de carne y aceite que queda como resto de un frite.

Finalmente, entre otras muchas palabras, ponemos como ejemplo pujiede, que se decía de alguien malhumorado y poco simpático.

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