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LA BADILA: Silencio y paz en Alburquerque

FRANCISCO JOSÉ NEGRETE

En el año 1995, tras haber ganado ORPO por primera vez las elecciones, con Vadillo a la cabeza, la entonces redactora y hoy directora del HOY, Manuela Martín, en su análisis de las elecciones municipales en Extremadura, escribió que ORPO había conseguido el poder tras hacer la “mayor oposición que había conocido en los pueblos de nuestra región”.

Yo viví en primera línea aquella situación, en tanto estuve al frente de los informativos de la TDA entre los años 1992 y 1996, y prácticamente durante cuatro años no pasó un solo día sin que Vadillo no diera algún comunicado para criticar que había un bache, que un parque estaba abandonado, que el alcalde de entonces había aparcado su coche en una nave pública… Cualquier cosa era motivo de denuncia pública. Vadillo daba ruedas de prensa cada dos semanas y su oposición era implacable. Incluso llegó a entrar en la casa del anterior alcalde convenciéndonos a un grupo de personas que se había hecho un palacio y cuando entramos no había ni una sola obra, solo se había cambiado la cubierta.

Viene esto a cuento porque esta semana ha saltado una polémica a cuenta de que para algunos es mejor que los alburquerqueños nos estemos callados y no denunciemos las cosas que pasan en el pueblo porque eso enturbia la paz social y hay que unir a la gente. Es exactamente lo mismo que ha estado diciendo aquel Vadillo, azote del gobierno anterior al suyo, quien se ha quejado durante años de que no le dejaban trabajar, de que la oposición era muy mala y solo quería hacerle daño a él y al pueblo. Acusó de eso a todos los que se atrevieron a alzar la voz para criticar una injusticia, y se cebó especialmente con los dos concejales populares a quienes persiguió duramente y amenazó con manifestaciones a las puertas de sus casas diciéndoles aquella frase brutal: “por vuestras venas corren genes fascistas”. Después hizo lo propio con Ipal, como antes había hecho con asociaciones como Adepa, Adifisa o la propia revista Azagala. Es decir, atacaba sin piedad o marginaba a personas o colectivos que no se arrodillaban ni pasaban por el aro de sus abusos de poder. Y Murillo, claro está, sigue con sus mismas artes y su mismo sectarismo.

Suerte tuvo el ex alcalde y suerte tiene la alcaldesa de que la actual oposición no se parezca a la implacable que ejerció Vadillo. Ahora no es constante, sino esporádica, y desde luego no está todos los días en los medios de comunicación dando “caña”.

A quienes piden que callemos con la excusa de mantener la paz social, les respondemos con una frase de John Fitzgerald Kennedy: “no queremos la paz a costa de la libertad, sino la paz y la libertad juntas”.

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Fotos: Algunas de las centenares de denuncias de Vadillo cuando estaba en la oposición aparecidas en el diario HOY.

 

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