Todos los contratados municipales han pasado las navidades sin cobrar sus nóminas de noviembre y los 16 funcionarios que quedan en el ayuntamiento sin percibir la paga extraordinaria. Sin embargo, nadie del personal laboral ha mostrado sus quejas en público, acatando así las advertencias del ex alcalde y de la alcaldesa de que debían de aceptar sus condiciones si querían trabajar en el consistorio.
Los impagos han afectado también a empresas locales, a algunas de las cuales se les adeudan importantes cantidades de dinero, eso por no hablar de proveedores de fuera.
Lógicamente, esta situación se ha notado y mucho en las pasadas fiestas, como ya narraremos en el próximo número de la edición impresa de AZAGALA, porque han sido muy flojas para el sector hostelero y del comercio pese a que el tiempo ha sido extraordinario e invitaba a salir de casa y consumir.
Es realmente injusto que Marisa Murillo en su discurso navideño ni siquiera tuviera unas palabras de esperanza y tranquilidad para las cientos de personas afectadas por una situación que pretenden convertir en normal, como tantos y tantos despropósitos. La alcaldesa se limitó a pedir “ilusión y confianza” al pueblo entero.
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