Por AURELIANO SÁINZ
Querido Jesús:
¡Hay que ver lo que ha llovido desde que nos conocimos y ambos dos colaborábamos en los tiempos gloriosos de la revista La Glorieta! Ahora me parecen días muy lejanos, pues eran aquellos en los que en nuestro pueblo no se conocían ni el duro caciquismo al que posteriormente se llegó, ni los destrozos del Patrimonio (incluyo en ellos a Las Laderas) que tristemente hemos ido contemplando, ni el desaliento y la apatía de una parte significativa de los vecinos de nuestro pueblo.
Si la mirada que echáramos hacia atrás estuviera cargada de pesimismo, tendríamos que decir, siguiendo el dicho popular, que “el tiempo no perdona”. Pero, bueno, no todo es negativo en este inexorable transcurrir de los acontecimientos. Es posible que ahora, a pesar de los años que nos diferencian, y sin tener las energías de nuestros años juveniles, seamos un poco más sabios o algo más listos, lo que no está del todo mal, pues ya no nos equivocaremos tanto como lo hacíamos cuando pensábamos que todo caminaba a nuestro lado dándonos la razón, aunque no estuviéramos totalmente seguros de ello.
Hace tiempo que no nos vemos, a pesar de que voy con cierta frecuencia por Alburquerque. No obstante, por medio de amigos y de algunos medios, caso de la revista Azagala, sé que resides de modo habitual en el pueblo y con tu trabajo en la asesoría laboral bien afianzado, circunstancia que te la has ganado a pulso, tras las fuertes adversidades que tuviste que pasar.
Quizás te preguntes la razón por la que te escribo una carta en Azagala digital. La respuesta es bien sencilla: lo que me ha impulsado a hacerlo proviene de tu comentario en la tercera entrega de la ‘Vida y muerte de don Álvaro de Luna’, ya que en tu breve escrito, refiriéndote a este polémico personaje, dices: “Ejemplo de trepa sin escrúpulos, hoy sería Pedro Sánchez”. Y son estas escuetas, pero sustanciosas palabras tuyas, las que me invitan a la reflexión.
Fíjate que, en mi caso, no suelo entrar a puntualizar, debatir o polemizar con los comentarios que aparecen en Facebook. En los artículos que escribo prefiero seguir las opiniones de quienes las escriben, pues, de este modo, conozco el sentir de los lectores, respetando lo que en ellas se dice, pues enriquecen, a favor o en contra, lo que yo haya manifestado (no siempre hay que estar de acuerdo con el autor del artículo). Ocasionalmente, opto, como en este caso tuyo, por escribir una carta agradeciendo el que se expresen las opiniones, al tiempo que ofrezco mi punto sobre lo argumentado.
Así, te puedo indicar que cuando me puse a indagar en la vida de don Álvaro de Luna a partir de los historiadores que he indicado en el primer capítulo, junto con las ideas surgidas de las charlas que mantengo con ese gran historiador e hispanista que es Edward Cooper, desconocía hasta qué nivel las ambiciones y las luchas, incluso en los ámbitos familiares, estaban presentes entre los reyes, nobles y señores de la Edad Media. ¡Eran terribles!
Es cierto que Álvaro de Luna era un personaje muy ambicioso; pero si no se contara con esta pasión y las singulares cualidades que poseía difícilmente podría haber alcanzado el estatus y los cargos que llegó a ostentar (junto con las sustanciosas propiedades que le iba ofreciendo el monarca). Todo esto tiene sus luces y sus sombras, como iremos viendo.
Sobre la segunda expresión de tu escrito, no entro en la comparación que estableces con Pedro Sánchez, pues hay una distancia temporal nada menos que de seiscientos años. Y ¡eso sí que es llover!
La sociedad medieval y la nuestra son tan distintas que es difícil realizar paralelismos entre las ambiciones de personajes que detentan poderes políticos. Por mi parte, y con todas las complicaciones laberínticas en las que ahora nos encontramos, prefiero vivir en la actual (supongo que tú también), puesto que en la Edad Media solo vivían bien los grandes señores, los miembros de la nobleza y del alto clero; el resto de la población se las apañaba como podía, en medio de grandes necesidades y penurias. Y me temo que nosotros no íbamos a estar en aquel ‘club’ tan selecto y reducido.
Sobre la forma de vida de aquella época, tengo pendiente de leer Gente de la Edad Media del historiador Robert Fossier. Este libro se lo vi a Pablo Bozas en el último encuentro que tuvimos los miembros de Adepa. Inicialmente me llamó la atención su portada, ya que en ella aparecía el cuadro de Pieter Bruegel Juegos de niños que me sirvió como motivo de un artículo que no hace mucho publiqué en Azagala digital, pero ahora quisiera saber cómo vivía (o malvivía) el pueblo llano.
Para cerrar, quisiera indicarte que, tras consultar con distintos historiadores acerca de la valoración que hacían de la figura de don Álvaro de Luna, apuntaría que hay algo verdaderamente relevante en su vida y que, quizás, tú también pudieras estar de acuerdo con ello.
Pero esto lo abordaré en el último capítulo de esta trayectoria que he iniciado, pues, como en las novelas de suspense, no debe contarse el final (aunque en este caso sería el balance de la vida del Condestable de Castilla), ya que se perdería bastante del interés por el relato. Y, claro está, deseo que lo sigas para que nos hagamos una idea lo más ajustada posible de este controvertido personaje, muy ligado a la historia de Alburquerque.
Un abrazo desde Córdoba, esperando que estés disfrutando durante estos días de Navidad con familia y amigos.
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Foto 2: Jesús Lara, en sus tiempos de colaborador de La Glorieta verdadera.
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