Por AURELIANO SÁINZ
En un anterior artículo (La autoimagen masculina), una lectora, Mariola Torres, se preguntaba por la conveniencia de conocer también el modo en el que se ven a sí mismos los niños en situaciones difíciles, caso de los que están ingresados en unidades psiquiátricas de menores, puesto que, según ella, ayudaría a los padres a entenderles, especialmente, en los aspectos mentales y emocionales, que suelen presentar ciertas dificultades para sus progenitores.
Creo que la observación de Mariola es de gran importancia, ya que no todos los niños y niñas se encuentran en las mejores condiciones de desarrollo físico o psíquico, por lo que conviene prestarles atención para que no sufran una doble discriminación: la que padecen por sus propias condiciones y la que se genera socialmente hacia ellos, pues, ciertamente, no todos alcanzarán ese nivel que deseamos para nuestros hijos.
En lo que a mí respecta, quisiera indicar que han sido muchos años de estudio y de investigación acerca de los desarrollos cognitivos y emocionales de niños y adolescentes a través de sus dibujos, trabajos que finalmente se han traducido en libros, artículos, realización y dirección de tesis doctorales, etc. Gran parte de estos trabajos los he llevado a cabo en centros de enseñanza, pues eran los espacios a los que accedía con más facilidad, tras la solicitud oficial a las direcciones de los centros.
Ocasionalmente, he podido acceder a centros especiales, aunque tengo que reconocer que no me ha sido tan fácil, dado que, tras el permiso de la dirección, he encontrado dificultades precisamente por parte de algunos padres o madres que temían que podría alterarse la privacidad de sus hijos.
De todos modos, quienes han seguido los artículos que he ido publicando en Azagala digital sobre los dibujos de los escolares habrán podido comprobar que también he abordado las situaciones problemáticas de niños que participaron en las pruebas. No obstante, y en atención a la sugerencia de esta amable lectora, iré incorporando algunas experiencias que, aunque sea de interés minoritario, merece la pena darlas a conocer para que, precisamente, no queden en el olvido y la marginación.
En esta línea, quisiera mostrar una magnífica iniciativa que se llevó no hace mucho en Córdoba, con el fin de dar a conocer la realidad de niños y niñas que padecen el Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Se trataba de la exposición titulada “Tu media cara”, planteada como una actividad artística basada en la fotografía y el dibujo. Con ella se buscaba una aproximación real a la diversidad humana, al tiempo que combatir los prejuicios existentes hacia el mundo de la discapacidad. En este caso concreto era una aproximación a los escolares que presentan TEA.
Aunque, personalmente, apuntaría más hacia el desconocimiento que se tiene del mundo de los autistas, pues, como nos dice el profesor Ángel Rivière, en su libro Autismo, “desde su definición por Kanner en 1943, el autismo se ha presentado como un mundo lejano, extraño y lleno de enigmas”. Más adelante, continúa diciéndonos que “a pesar de la enorme cantidad de investigaciones realizadas durante más de medio siglo, el autismo sigue ocultando su origen y gran parte de su naturaleza, y presenta desafíos difíciles a la intervención educativa y terapéutica”.
Entonces, si para los especialistas el autismo se muestra aún lleno de enigmas, nos podemos imaginar el desconocimiento de la gente común, más allá de algunas ideas simples que tienen poca relación con las situaciones de quienes están inmersos en este difícil y extraño mundo.
Para que los lectores y lectoras de Azagala digital conozcan esta magnífica experiencia, que por mi parte la he utilizado en las aulas de la Universidad con el alumnado para que más adelante cuando sean titulados puedan aplicarla con escolares con discapacidades cognitivas, he seleccionado diez trabajos del total de la exposición, de modo que los he unido de dos en dos, al tiempo que iré explicando el significado de la actividad.
En la propuesta se invitaba a profesionales de Educación Especial, de la Salud o de Servicios Sociales a realizar una fotografía en blanco y negro de sí mismos o de escolares que padecían TEA, para que, tras imprimirla en formato A4 y cortarla por la mitad, fuera completada por un niño o una niña autista, de modo que la terminaran con la técnica pictórica que se desearan. Tengo que apuntar que las fotografías tomadas a los escolares con TEA, lógicamente, eran con la aprobación de padres y madres que comprendían el valor educativo de esta experiencia.
Los resultados fueron verdaderamente sorprendentes, puesto que los niños autistas fueron capaces no solo de dar continuidad a las partes que se les mostraba de la mitad de un rostro, sino también de expresar claramente el concepto de la simetría, algo que, por las propias investigaciones que he llevado a cabo, nace tempranamente en los niños con un desarrollo normal. Esto nos lleva a la conclusión de que los escolares con TEA también entienden qué es la simetría corporal, a través de su interpretación del rostro que se les ha ofrecido.
Por otro lado, fueron capaces de entender el lenguaje de las emociones expresadas tanto en los rostros infantiles como en los de los adultos que tenían que completar. Y es que la comunicación humana a través de los gestos faciales resulta ser un lenguaje sin palabras de carácter universal que se aprende desde la más tierna infancia. Así, la alegría, la tristeza, el dolor, el miedo, la risa, el llanto, la ira, etc., son emociones comprendidas por todos los seres humanos, independientemente de sus desarrollos intelectuales y cognitivos.
En una primera visión de los rostros en los cuadros de la exposición pareciera que respondían a una estética picassiana, por la espontaneidad y la libertad expresiva con la que habían trabajado; sin embargo, hay que aclarar que, a diferencia del gran pintor cubista, niños y niñas, tanto con desarrollos normales como aquellos que poseen TEA, no se guían por criterios artísticos, tal como lo hacemos los adultos, sino como necesidad libre de expresión y comunicación de aquello que desean transmitir gráficamente a los demás.
Ante esta experiencia, puesto que es de carácter eminentemente visual, me gustaría resaltar lo que la doctora y psiquiatra británica Lorna Wing, en El autismo en niños y adultos, nos indica: “Las personas con autismo, especialmente los niños, pueden mostrar la misma tendencia a quedar fascinados, ignorar o angustiarse por estímulos visuales, al igual que sucede con los sonidos… Parecen reconocer a personas y objetos por su perfil general más que por los detalles de su aspecto”.
Sin embargo, esta experiencia nos indicó que escolares con TEA habían sido sensibles a los detalles visuales de los rostros que se les mostraron en las fotografías, de modo que fueron capaces de captar, en gran medida, las emociones de los sujetos fotografiados a partir de algunos de los detalles relevantes que les llamaron la atención.
Aparte de los rostros femeninos y masculinos de adultos expresando alegría, asombro, enfado o sorpresa, también se ofrecieron a la experiencia otros de niños y niñas. Así, llama la atención que al primer rostro de la niña que he seleccionado se le hayan añadido estrellas junto con un globo de cómic en el que interiormente se ha escrito: ¡Estoy alegre! Lo anterior nos indica que hay distintos niveles perceptivos y expresivos de sujetos autistas, puesto que la niña con TEA que lo completó nos indica que su nivel de expresión gráfica sería equivalente al de otra con desarrollo normal.
En relación con lo anterior, quisiera apuntar que una de las líneas de investigación por medio del dibujo es la que suelo llevar a cabo con escolares que presentan distintas discapacidades físicas y cognitivas para comprender algunos de sus déficits de desarrollo. Para ello, se establece una comparación entre sus dibujos y los de otros escolares de desarrollo normal de las mismas edades y sobre el mismo tema, lo que nos ayuda a comprender algunos de los aspectos del desarrollo evolutivo de los que padecen alguna discapacidad.
Para cerrar este breve recorrido por la experiencia que comentamos, conviene apuntar que dos elementos artísticos esenciales en estos trabajos son, en primer lugar, el trazado de las líneas, que sirven para expresar los gestos de los rasgos esenciales de los rostros fotografiados, y, posteriormente, el color que se aplica para completarlos, tal como acontece con escolares de desarrollo normal.
Así, y puesto que la línea, el color, el encuadre y la composición forman los cuatro componentes esenciales para el análisis de los trabajos realizados por los escolares con un desarrollo normal, también lo son para la comprensión de los realizados por niños y niñas con TEA, tal como pude apreciar en esta magnífica iniciativa que, a fin de cuentas, es un reflejo del admirable esfuerzo que llevan adelante padres, madres y educadores para que “los otros niños” no queden marginados de un mundo que debe ser para todos.
Hits: 0