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Mi agradecimiento y en defensa de la democracia y la libertad

ESTEBAN SANTOS SANCHO

Quiero agradecer las muestras de cariño y de solidaridad que he recibido de multitud de personas, tanto a través de esta revista, como por mensajes, llamadas de teléfono y en la calle. La verdad es que me he sentido desbordado porque, después de tantos años dando la cara en cosas que he creído justas, nunca había recibido tantos y tantos ánimos, de manera que me he sentido gratamente emocionado. Incluso me han servido para cambiar de opinión, porque en un principio pensaba responder con sólidos argumentos a las mentiras y difamaciones que cierta persona, a la que no quiero ni nombrar, me ha dirigido, pero la inmensa mayoría de quienes me han mostrado su apoyo estos días me han convencido de que no vale la pena responder a alguien que ya no es nadie en este pueblo pero que quiere seguir teniendo el poder a toda costa. No quiero ponerme a la altura de quien no entiende otro lenguaje que el del ataque personal contra todo aquel que expresa libremente sus ideas.

Yo entiendo la política activa como un servicio al pueblo durante unos años y, por ello, dejé paso a otras generaciones, tras un tiempo como concejal en el ayuntamiento. Fueron tiempos difíciles, aquellos de la transición, pero entonces se ejercía la democracia y se expresaba la libertad de opinión en Alburquerque con menos miedo que ahora, aunque parezca mentira. Prueba de la riqueza y fruto de la confrontación de ideas es que estábamos representados seis grupos en la corporación municipal, y defendíamos nuestras posiciones con pasión y eso se notó a veces, pero nunca nos ensañamos con una persona para hacerle la vida imposible; nunca hubo amenazas a vecinos ni marginamos a nadie por sus ideas o sus posiciones críticas; nunca secuestramos un libro durante seis años porque su autor había sido crítico con quienes gobernamos Alburquerque… De hecho, yo mismo conservo amistad con personas con las que tuve duros enfrentamientos dialécticos entonces, y es un orgullo para mí llevarme bien con gentes de ideologías diversas, porque en eso consiste la democracia.

Como digo, formé parte de la corporación durante unos años y me marché a mi casa, como otros alcaldes y concejales que ha tenido Alburquerque, pero hay quien quiere estar ahí siempre, como si no hubiera vida más allá de la poltrona y el ordeno y mando.

Cuando me retiré de la política activa, sin ganar ni un solo euro, defendí causas nobles y justas como la defensa de la integridad del castillo y conseguimos que la Junta de Extremadura diera marcha atrás al mayor atentado que jamás se pudiera imaginar contra la principal joya de nuestro patrimonio, al igual que más recientemente defendí la integridad del paseo de las Laderas, cuya imagen ha quedado a mi juicio desvirtuada.

Sé que mis opiniones y el hecho de dar la cara me han servido para ganarme el odio de quien ha tratado de descalificarme totalmente como persona, pero también ha servido para encontrarme con un aluvión de solidaridad y de respeto, de gentes de distinta condición e ideas, y no hay nada más hermoso que eso, porque demuestra que a pesar de haber estado siempre en el mismo espacio ideológico, he respetado a todos los que no pensaban como y puedo decir con toda la satisfacción del mundo que comparto grandes amistades con personas de muy diverso pensamiento, incluso totalmente opuesto al mío. Esa es la DEMOCRACIA, aunque hay quien no lo entienda.

Gracias, muchas gracias a todos. Nunca olvidaré el ejemplo que habéis dado y ojalá sirva para desterrar para siempre tanta intolerancia y tanto odio, y para que otros no tengan que ver cómo de pronto alguien trata de mancillar su honor. Un fuerte abrazo.

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Portada: Esteban, cantando en una comida de miembros de Adepa y amigos.

Foto 2: Jugando a los chinos con Luis Landero y miembros del Consejo de Redacción de AZAGALA.

Foto 3: Con Periáñez, en un Encuentro de AZAGALA.

Foto 4: Con Pedro Sánchez, inolvidable médico de Alburquerque y luchador por la defensa de la naturaleza, en el acto de ADENEX en el que esta asociación premió a Adepa por su lucha para salvar el castillo.

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