Por ADEPA
No podíamos imaginarnos, allá por el año 2007, cuando formamos inicialmente la Plataforma en Defensa del Patrimonio, el recorrido que íbamos a tener que hacer con el paso del tiempo. ¡Claro, por entonces teníamos doce años menos y llegábamos cargados de entusiasmo, sin saber que la lucha en contra de la horrenda hospedería que se deseaba construir en el Castillo de Luna acabaría en los tribunales!
Pero el entusiasmo no declinó pasados los años, puesto que aprendimos a organizarnos y a entender que nuestra fuerza residía en la cohesión del grupo, no muy numeroso pero con la convicción compartida de la que la razón estaba de nuestro lado.
Años de luchas y de actividades incesantes, generadas con toda la imaginación que podíamos desplegar, tanto que, incluso, para los carnavales creamos comparsas con el fin de que nuestras voces y reivindicaciones se oyeran también en los eventos festivos.
Todo ello ayudó a la cohesión de la Plataforma (después, Adepa) al entender que contaríamos con pocos apoyos externos, aunque aquellos que se ofrecieron para respaldar nuestra causa, que, a fin de cuentas, era la causa del legado histórico y del patrimonio de Alburquerque, los acogimos con todo el cariño y agradecimiento que podíamos mostrar.
Y dentro de esos apoyos hubo uno que para nosotros fue impagable: la del historiador británico Edward Cooper. Desde el primer momento que contactamos por teléfono con él, manifestó su deseo de conocernos y de saber en qué consistía el proyecto de la hospedería que se iba a realizar en una fortaleza a la que él le tenía un especial cariño, pues fue uno de los primeros castillos que estudió, allá por los años sesenta del siglo pasado, cuando siendo muy joven se propuso hacer su tesis doctoral sobre los castillos de España, con especial relevancia los de la Raya colindante con Portugal.
Una vez que supo que el proyecto implicaba una grave alteración de la fisionomía del Castillo de Luna, nos mostró su respaldo, pues era necesario que se respetara su integridad, ya que la fortaleza no necesitaba transformarse en un hotel, sino que todo proyecto de actuación había que enfocarlo hacia su conservación y restauración, más aún, teniendo en cuenta que muchos de los castillos que pueblan la geografía española se encuentran bastante deteriorados e, incluso, en estado ruinoso.
Creemos que no es necesario volver a describir las actividades desarrolladas por Adepa desde que las iniciamos hasta que la Junta de Extremadura dio el carpetazo definitivo al proyecto y a las distintas variantes que se hacían del mismo. Son muchos los alburquerqueños que, viviendo en el pueblo o residiendo fuera, han mostrado un abierto interés por la integridad de la fortaleza, por lo que ya tienen conocimiento de esas iniciativas.
Lo que sí queremos hacer público es nuestro más sincero al agradecimiento hacia al mayor historiador de los castillos de España, por su generoso apoyo con el que siempre hemos contado. Y esto para nosotros es inolvidable.
Es por ello que para la asamblea del sábado 28 de septiembre, habíamos acordado que el punto central del orden del día fuera el reconocimiento de la labor de uno de los grandes hispanistas británicos, el mismo que no tuvo ningún inconveniente en venir a Alburquerque las veces que se lo solicitamos, como si fuera un miembro más de Adepa.
Y cuando hablamos de hispanistas británicos nos vienen a mente nombres como el de John H. Elliott, cuyo trabajo estuvo centrado en la España imperial, o los de Hugh Thomas, Raymond Carr y Paul Preston, cuyas investigaciones han ido enfocadas hacia la España contemporánea, especialmente en la Segunda República o la Guerra Civil.
Sorprendentemente, el nombre de Edward Cooper no se le suele añadir a los anteriores cuando se habla de los hispanistas británicos. ¡Grave error! Quizás, a nuestro entender, se debe a que eligió una línea de investigación, como es la de las fortalezas españolas, que no resulta tan popular o conocida como esos momentos históricos que los otros abordaron: Imperio, Segunda República y Guerra Civil.
Pero la aportación que Cooper ha realizado sobre la arquitectura militar de nuestro país en inmensa. ¿Quién, si no, iba a ser el que realizara la ponencia introductoria del Simposio Internacional ‘Arquitectura Fortificada’, que se desarrolló en la ciudad de León en el 2005 con la presencia de numerosos especialistas españoles y extranjeros? ¿Quién, si no, iba a ser el autor del Prólogo de los tres volúmenes de ‘Castillos de España’, editados por Everest y que recoge los cientos y cientos de fortalezas y castillos de nuestro país? ¿Y quién, si no, iba a ser el autor del mejor estudio llevado a cabo sobre las fortificaciones medievales de España en los siglos XIII y XIV?
La respuesta es bien sencilla: Edward Cooper, el hispanista que tenía preparada la visita a nuestro país allá por el año 1963, para embarcarse en una empresa, en cierto modo titánica: el reconocimiento de la arquitectura militar de España que, en muchos casos, estaba no solo abandonada, sino que apenas se le prestaba atención.
Es por ello que no nos cabe la menor duda que su obra La fortificación de España en los siglos XIII y XIV, publicada en dos extensos volúmenes por el Ministerio de Defensa en el año 2014, marca un antes y un después en las metodologías de investigación sobre este tipo de arquitectura, por el rigor y la precisión necesarias, pues, tal como el propio autor nos dice al comienzo de su trabajo: “La autenticidad es el elemento decisivo de cualquier evocación del pasado, sea intelectual sea artística”.
Una vez que hemos penetrado en este trabajo, creemos que debería estar presente en cualquier biblioteca de Alburquerque y entre los libros de los verdaderos amantes de nuestro Patrimonio, dado que, aparte de ser la mejor obra que se ha escrito acerca de las fortalezas de nuestro país en esos dos siglos, la referencia a Alburquerque se muestra lo suficientemente extensa como para entusiasmar a los lectores de esta tierra.
No nos resistimos, pues, a extraer un par de párrafos de la obra, en la que Cooper la inicia tomando el siguiente comentario del arquitecto Leopoldo Torres Balbás (1888-1960): “El capítulo de la construcción militar medieval es uno de los peor conocidos de nuestra historia arquitectónica. Escasa atención se ha prestado hasta ahora al examen de castillos ruinosos (…). Las murallas de las villas se derriban y los castillos, abandonados desde hace siglos, caen sin que de unas ni de otros queden descripciones y análisis arquitectónicos”.
Como respuesta a ese escaso interés por el patrimonio medieval de nuestro país, Edward Cooper reflexiona del siguiente modo:
“Cuando empecé a preparar en 1963, lo que iba a resultar mi principal aportación al estudio de la Edad Media en España, no había leído todavía estas palabras de Torres Balbás, aunque sí era consciente del significado de la frase ‘escasa atención’: la persistente falta de calidad de los libros publicados en España sobre los castillos del país. (…) Los métodos que apliqué para suplir la carencia de estudios fiables hicieron retrasar la conclusión de mi tarea un tiempo que muchos pensarían irracional, es decir, hasta 1991”.
“Como he sido el más perjudicado por esta lentitud, me considero, pues, el mejor cualificado para comentar la validez de estos métodos. De hecho conviene reiterarlos: la fotografía, contrastada a base de la composición estrictamente real, que exigía en muchos casos la presencia a una hora determinada del día, y la insistencia en un posicionamiento preciso para efectuar la toma y, por supuesto, el abandono de las reiteradas vistas suministradas por los archivos comerciales de imágenes [junto a] la búsqueda de documentación auténtica, inédita en la mayor parte de los casos y generalmente sin catalogar”.
Es decir, abordaba sus investigaciones con el rigor, la lentitud y la precisión que todo investigador debe llevar a cabo en su trabajo.
Como detalle, no nos resistimos a incluir, en este escrito de homenaje al profesor Edward Cooper, un famoso romance que incorpora en su magna obra, en el que se alude a acontecimientos ocurridos en Alburquerque durante el reinado de Juan II:
“Alburquerque, Alburquerque
Bien merece ser honrado
En ti están los tres infantes
Hijos del rey don Fernando
Destiérrelos de mis reinos
Destiérrelos por un año
Alburquerque era fuerte
Con él se me habían alzado
¡Oh, Don Álvaro de Luna!
Cuán mal que me habían burlado
Dijisteme que en Alburquerque
Estaba puesto en un llano
Veole yo cavas muy hondas
Y de torres bien cercado
Gente de pie y a caballo
Y en aquella torremocha
Tres pendones se han alzado
El uno por Don Enrique
Otro por Don Juan, su hermano
El otro era por Don Pedro
El infante desheredado
Álcese luego el real
Que escusado era tomallo”.
Para cerrar, quisiéramos indicar que en el encuentro del 28 de septiembre no pudieron estar presentes todos los miembros de Adepa, a pesar de que les hubiera gustado. Razones familiares, de salud o de trabajo fueron las causas de sus ausencias. En el previsto para diciembre, esperamos contar con todos ellos.
De todos modos, tanto los que pudimos asistir como los que no lo pudieron hacer, desde este rincón de Extremadura enviamos un gran abrazo a este eminente historiador, pues su generoso apoyo siempre ha sido un gran estímulo para que estuviéramos convencidos de que la lucha y el trabajo que desplegábamos, tanto para salvar el Castillo de Luna como para defender nuestro Patrimonio, merecían todo nuestro esfuerzo.
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Portada: Miembros de ADEPA que se dieron cita en Alburquerque el pasado sábado.
Foto 2. Edward Cooper
Foto 3: Obra del prestigioso historiador y castellólogo.
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