Por JOSÉ ANTONIO GAMERO
Hola, me llamo José Antonio Gamero Romero y confieso que soy escritor. Pero antes que nada soy un lector y por supuesto me he leído los clásicos. Por eso me resulta muy irónica la proliferación de escritores en nuestros días y la falta de sustancia de sus personajes literarios y por ende de sus libros. Es una crítica constructiva. Pero si soy crítico con sus referentes como no voy a serlo con sus secuelas. Está muy bien estudiar, aprender, y luego demostrar a todos lo que uno sabe. Pero no hay que olvidar algo. Hay que diferenciar lo que son los libros de lo que es la realidad. Y no es lo mismo un debate general que ir a los casos concretos. No obstante, estamos en una época complicada. Si Salvador Dalí o Albert Camus, de improviso levantarán la cabeza, a buen seguro no entenderían en absoluto el mundo en el que nosotros tenemos que existir cada día. Es por eso que tanto el surrealismo como el existencialismo están pasados de moda. Ver a gente que recién salida de la facultad hace sus pinitos en ese sentido me parece prometedor pero demasiado inmaduro. Con el mayor respeto del mundo ante tales movimientos del pasado, tengo que reconocer que dichas herramientas culturales se han quedado obsoletas debido al enorme cambio tecnológico y social que se ha producido en tan poco tiempo.
Yo cometí el pecado de intentar retratar esa cambio a nivel literario en mi libro «Literatura tridimensional», (Adarve 2018) una obra extraña que es un híbridos de diferentes movimientos y estilos literarios.
Por eso cuando veo a gente que se identifica hoy en día con dichos movimientos, artistas, escritores o el público en general, me pregunto qué se le debe pedir a un escritor de nuestro tiempo. Es más, yo personalmente creo que la respuesta está en el punto de vista. Tanto el surrealismo como el existencialismo giran en torno a la idea del absurdo de la existencia. Y dicho debate además de lícito en su tiempo era procedente. ¿Por qué? Pues porque se venía de una época anterior de gran convulsión histórica y la vida, con sus cosas buenas y sus cosas malas, se mostraba tal y como era. En otras palabras, ambos movimientos hablan del vacío desde la plenitud.
También hay que pedirle responsabilidad, de ahí mi temeraria incursión en la política ficción: «La República del fin del mundo» (Tandaia 2018). Una distopía en clave de humor sobre la situación en Cataluña.
Sin embargo, en nuestros días, tiempos extraños en los que internet nos ha salpicado a todos con su posverdad y su alexitimia, la gente no tiene ganas de sentir sus propios sentimientos.Y eso significa que se ha dado la vuelta a la situación y la cultura de hoy en día habla de la plenitud desde el vacío. Y para exponer lo que quiero decir pondré un ejemplo: si hoy en día Esquilo subiera a la red por primera vez su obra «Prometeo encadenado» nadie entendería el mensaje. Y no lo harían porque pensarían que tal vez es un fake. Pero el héroe no miente. El héroe sufre y lo hace por todos nosotros, porque trae un conocimiento del que todos formamos parte.
Por eso esa obra genial no es fake. Pero debido a que las grandes empresas venden nuestros datos y con ellos crean una manipulación publicitaria que lleva a la gente a comprar cosas e incluso a votar a partidos políticos, al final todos terminamos sufriendo un déficit de autenticidad que nos lleva a no soporar las grandes verdades de la vida.
He llegado a una conclusión: a un escritor de hoy en día se le debe pedir que viaje. Que conozca diferentes culturas y que nos enseñe a ser auténticos y aceptar la vida tal y como es. Con sus grandes regalos y sus grandes tragedias.
Y para eso primero hay que comprender la realidad para poder saber por qué nada es lo que parece. Por eso, escribir de filosofía o lo que es lo mismo, decir la VERDAD con mayúsculas hoy en día es sinónimo de ir en contra corriente, y a menudo tiene connotaciones de marginalidad. En el pasado yo fui uno de esos insensatos capaces de escribir un libro de filosofía, y todavía se pueden conseguir bajo demanda ejemplares de mi obra «Sócrates no vino a España» (Samarcanda 2018) .
Pero he aprendido con el paso de los años, ahora yo no sería capaz de atreverme a escribir un libro tan a la contra. Un libro propio de otro tiempo, un tiempo cuando la humanidad no conocía el pragmatismo, el estructuralismo, o la psicología social.
No puedo pedir que a la gente de hoy en día le guste lo mismo que a mí. Sería como la protagonista de «Las mil Y una noches» no dejara en vilo a su rey antagonista y le contara el cuento entero para no que no escuchara ninguna historia más.
Por eso ahora me dedico a vivir aquí y ahora, en el presente, y mientras surgen esas nuevas historias de escritores actuales me conformo con la ir al cine a ver «Ad Astra» segunda genial adaptación cinematográfica del «Corazón en las tinieblas» de Joseph Conrad.
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