Por AURELIANO SÁINZ
No me gusta hablar de mí, pues pienso que dentro de los artículos que publico lo más importante es lo que digo y cómo lo digo. Siento un cierto pudor sacar a colación lo relacionado con mi persona, pues yo no creo que sea más importante que otros. La vida es lo suficientemente complicada para todos como para que seamos lo más realistas posible, valorando y alegrándonos de lo que hemos podido lograr con nuestro esfuerzo, pero manteniendo bien los pies en la tierra. Es la razón por la que, en raras ocasiones, el contenido central de los escritos sean cosas de mi vida.
Que yo recuerde, lo hice en la revista Azagala en su número cien, con el artículo “La vida es un largo río”, en el que quería manifestar la alegría que me producía ver tan felices a mi hijo Abel y a Esther por el nacimiento del niño tan deseado por ambos. Y arrancaba el artículo con una fotografía familiar en la que yo aparecía en brazos de mi padre y se cerraba con otra en la que mi hijo acogía en sus brazos a mi nieto recién nacido. En ese artículo, lógicamente, explicaba de manera muy escueta mi trayectoria personal y profesional, dado que en dos páginas es complicado resumir tantos años.
Recientemente apareció en la edición digital de Azagala otro que titulaba “Ser abuelo”, que lo relacionaba con la alegría que me producía estar con mi nieto y cuidarlo, al tiempo que lo justificaba porque, de algún modo, tenía relación con el estudio de los sentimientos y emociones de niños y adolescentes a través del dibujo.
Comento esto dado que dentro del último artículo que titulé “Delirios” apareció el comentario de un escribiente que me pareció muy oportuno, ya que me ofrece la ocasión de explicar a los lectores de esta página digital, que como bien sabemos puede ser leída por internet en cualquier parte del mundo, las razones de mi inmersión en el campo de la Psicología.
El escrito al que hago referencia, comenzaba aludiendo a otro que aparecía con anterioridad al suyo, para pasar a plantear una interrogante. Textualmente, decía así: “También me quedo yo sin palabras de que un Sr Catedrático y Arquitecto se preste a diasnosis de patologías psiquiátricas. Mis respetos. Pero no cree que es extralimitarse a sus titulaciones?”
De entrada, quisiera apuntar que en el citado artículo, si se lee detenidamente, se entiende que yo no hago ninguna diagnosis (no diasnosis) de patología psiquiátrica, puesto que esto es competencia de los psiquiatras, quienes, tras analizar detenidamente a un paciente, pueden llegar a una explicación detallada del conflicto mental que pudiera sufrir. En mi caso, realizaba lo que personalmente entiendo como una interpretación de lo que ha ido aconteciendo en Alburquerque en los últimos lustros, apoyándome en mi experiencia directa y también en los niveles de conocimiento que me proporciona mi formación en distintos ámbitos.
Como bien apunta el lector, soy arquitecto y catedrático en el Departamento de Educación Artística de la Universidad de Córdoba (ahora jubilado, con funciones de profesor honorario). Pero resulta que también soy también doctor en Pedagogía por la Universidad de Málaga, habiendo realizado mi tesis doctoral en un tema que está estrechamente ligado al desarrollo psicológico y emocional de los escolares, por lo que era necesaria una sólida formación dentro del ámbito cognitivo de las personas para llevarla adelante.
A más de uno le sorprende que un arquitecto se haya doctorado en un campo tan alejado de su título inicial. Es cierto, pues el mismo director del programa de doctorado de la Facultad de Psicología y Pedagogía de la ciudad malagueña se sorprendió cuando, décadas atrás, fui a inscribirme en su programa. Tras charlar detenidamente con él, entendió que yo ya estaba trabajando en la universidad y que tenía una buena base en los ámbitos en los que pretendía realizar la tesis doctoral.
Tengo que apuntar que recibí sobresaliente cum laude en la tesis que llevaba por título “Las ideas de la paz y de la violencia en los escolares. Análisis a través de los dibujos”. En ella ya abordaba temas tan cruciales como son la convivencia entre los estudiantes, al tiempo que indagaba en las emociones negativas del ser humano que conducen a lo que hoy es un gran problema en las aulas: el bullying.
A partir de entonces, y en una de las líneas de investigación que llevo adelante como es el estudio de las emociones en el seno de las familias, he trabajado con compañeros catedráticos de distintas universidades en temáticas relacionadas con los sentimientos, positivos y negativos, que anidan en las personas, especialmente en los menores. Por otro lado, he abierto en nuestro país una línea de investigación bastante inédita, puesto que el estudio psicoafectivo de las familias a través del dibujo de los escolares es nuevo. Esto, los lectores y lectoras de Azagala digital, ya empiezan a conocerlo.
Por otro lado, dentro de la interpretación que realizo en el artículo “Delirios”, acudo a la autoridad de uno de los grandes psiquiatras que ha tenido nuestro país: Carlos Castilla del Pino, al que conocí personalmente, cuando accedió de manera amable a que le hiciera una entrevista para una revista cultural que yo dirigía en mis años jóvenes y que quedó plasmada en la foto que ilustra la portada del artículo.
Desde entonces, y hasta su fallecimiento, el contacto continuó en gran medida debido a que su mujer es compañera del grupo de investigación del que formo parte. La admiración que tengo por él como persona se completa con las lecturas que he hecho de gran parte de sus obras, puesto que tengo la mayoría de sus libros publicados.
¿Y qué fue de la arquitectura? Cuando saqué la plaza de titular, previa a la posterior de catedrático en la Universidad de Córdoba, tuve que renunciar a continuar con el trabajo práctico como arquitecto, el que pude compatibilizar cuando estuve contratado a tiempo parcial, ya que, de ese modo, no había ningún problema que yo ejerciera ese trabajo.
La continuidad con la arquitectura la he mantenido en el ámbito teórico, es decir, con el estudio de la arquitectura contemporánea y de los grandes arquitectos, tanto españoles como extranjeros, los mismos que están marcando el horizonte y las innovaciones dentro de este campo. De este modo, he publicado numerosos artículos presentando las biografías, las trayectorias y analizando sus obras, por lo que con mis amigos que son arquitectos puedo mantener charlas habituales, sin que me sienta alejado de mi profesión.
Espero que con lo expuesto quienes me lean entiendan que no me gusta penetrar en “terrenos pantanosos”, es decir, en cuestiones en las que no tengo una adecuada formación y de las que no sabría salir con soltura. Es por ello que continuaré en Azagala digital publicando sobre temas relacionados con el desarrollo emocional de niños y niñas a partir de las visiones que tienen de sus familias, dado que los considero de gran interés, sea para los padres como para quienes conocer el intrincado mundo de las emociones y los sentimientos.
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