LA CARTA DEL DOMINGO
Francisco José Negrete
Como todo el mundo sabe ya, el ayuntamiento de Alburquerque, con una deuda reconocida al Tribunal de Cuentas de más de 10.385.096 euros, ha alquilado la flamante residencia de mayores construida por la familia Rasero-Fuentes, todo un lujo para nuestro pueblo. Se trata de un proyecto que, bien gestionado, puede ser claramente rentable para quien sepa administrar una empresa.
El ayuntamiento que preside Ángel Vadillo pagará un total de 21.780 euros mensuales, IVA incluido, una cantidad justa, en cuanto los promotores han invertido casi 2 millones de euros en esta residencia, y una cifra razonable para afrontar los pagos a los bancos que ahora tiene que hacer frente la empresa privada.
Un empresario que supiera gestionar con cabeza y racionalmente este recurso, lograría una rentabilidad económica, y un ayuntamiento saneado y con un alcalde responsable a la hora de manejar el dinero público, la haría rentable socialmente. Pero desgraciadamente, y ojalá nos equivoquemos, la gestión de esta gran residencia por parte de este alcalde será un desastre, como lo está siendo su gestión en este consistorio, donde no hace falta recordar la ruina de las arcas públicas.
Estamos seguros de que las personas cercanas a José Luis Rasero y a su esposa Mari Carmen Fuentes, todos aquellos que les quieren bien, y son muchos, les han aconsejado, sobre todo a él, que no alquile este edificio al ayuntamiento. Pero éste ha decidido tirar hacia adelante, porque lo suyo es otro tipo de negocios, y porque se ha tratado de asegurar el cobro, fiándose entre otras cosas de la palabra de Ángel Vadillo.
José Luis Rasero es un hombre honesto, trabajador, muy solidario, más de lo que muchos sabemos porque la mayoría de sus causas nobles las hace en el anonimato, y ya ha salvado de muchos apuros a este ayuntamiento y al propio Vadillo. Baste recordar, como es sabido, que cuando los supermercados dejaron de servir alimentos a las residencias públicas de Alburquerque porque el ayuntamiento tenía una deuda inasumible por sus dueños, fue Rasero quien aportó los fondos para que los usuarios de este importante servicio social tuvieran alimentos, salvando así del desastre a las residencias y al propio alcalde.
Pero José Luis habría hecho lo mismo con cualquier otro gobernante, porque él no mira el color político a la hora de aportar fondos, a veces arriesgando mucho su dinero, cuando la causa es noble.
Por tanto, este emprendedor sabe bien lo que ha hecho al alquilar esta majestuosa residencia al consistorio, pese a que la mayoría de la gente con criterio propio nos tememos lo peor. De hecho, en los corrillos del día de la inauguración, al igual que se alababa a la familia Rasero-Fuentes, se comentaba por lo bajo que era una locura alquilarla a un consistorio presidido por Ángel Vadillo. No en vano, hasta hace escasas semanas, había un gran número de contratados municipales a los que se les debían dos y tres meses de sueldo, entre ellos personal de las residencias públicas.
Resultó paradójico escuchar decir al alcalde en el acto de inauguración lo bien que funcionaban las empresas privadas cuando comparten proyectos con el ayuntamiento, porque muy cerca de Vadillo estaba Agustín Fuentes, casualmente cuñado de Rasero y hermano de Mari Carmen. Éste debió digerir mal estas palabras, porque Contempopránea no ha tenido ningún problema económico todos estos años, cuando la Junta de Extremadura ingresaba directamente la subvención del festival en la cuenta de la organización, y ha sido ahora, cuando el gobierno regional se ha dejado convencer por Vadillo de que ingresara los fondos en las arcas municipales, para después el ayuntamiento pagarle a Contempopránea, cuanto todo se ha ido al garete, y pase lo que pase, ya se ha perdido el gran cartel que Fuentes tenía preparado para este año. Pero es que a nadie se le ocurre, y nos referimos en este caso a la Junta, meter a un lobo a cuidar las ovejas…
José Luis Rasero no es el único hombre leal, bueno, generoso, que ha tenido grandes gestos con Ángel Vadillo. Tenemos al menos un precedente, y esto casi nadie lo sabe, Bartolomé Gil Santacruz, propietario de Agua Los Riscos y Tenagil, entre otras empresas. A éste le vimos inaugurar la estatua de Cervantes que hay en la puerta de la casa de cultura, porque fue él quien la pagó. Éste compró a petición de Vadillo la conocida como sinagoga de la calle Derecha para que el ayuntamiento dispusiera de ella en el Festival Medieval, porque nuestro alcalde se comprometió a irle pagando todos los meses una cantidad hasta cubrir el precio que Bartolomé había abonado por la vivienda. Solo le pagó la primera cuota, y menos mal que con los años encontró otro comprador, Manuel Maldonado, a quien pertenece hoy el inmueble.
Pero la contribución más generosa de Gil Santa Cruz fue para salvar el pellejo de Vadillo en el caso Bicinatura. Este buen hombre aportó nada menos que cinco pagarés por un precio total de 134.900 euros para liquidar la deuda con los trabajadores de la citada empresa semi-pública y gestionada por Ángel Vadillo.
Si alguien le conoce, que le pregunte a Bartolomé si ha cobrado ya ese dinero y quién se lo ha hecho efectivo.
Bicinatura, gestionada por este mismo alcalde, ha terminado con un rosario de deudas, cercanas a los dos millones de euros. Y otro día hablamos de Joyasol…
Y resulta que Vadillo habla de lo bien que van los proyectos en Alburquerque cuando se unen las empresas al ayuntamiento.
Evidentemente, la preocupación de las personas que apreciamos a José Luis Rasero y a su esposa Mari Carmen Fuentes, así como a sus hijos, mi propia preocupación, que no quise transmitirle personalmente a José Luis Rasero porque todo el mundo sabe lo que pienso de este alcalde, es lo mal que puede pasarlo esta familia si, como pensamos, el ayuntamiento deja de pagar las cuotas. No olvidemos que, a partir de enero, de las arcas municipales tiene que salir también el dinero para abonar mensualmente los 3,6 millones de euros más los intereses del último crédito. Y no olvidemos que ya está gastando y va a seguir haciéndolo hasta las elecciones todos los fondos que entren en el consistorio para el año entero.
En el pleno en que se trató el alquiler vimos las dos caras contrapuestas de la gestión de los fondos públicos. Mientras Vadillo hacia demagogia y populismo asegurando que en la residencia solo entrarán personas de Alburquerque con escasos fondos, muchos de los cuales solo pagarán el 65 por ciento de lo poco más de 400 euros que reciben de pensión mínima, Gutiérrez era sensato y dijo que su grupo sería “honrado” consigo mismo y diría la verdad: es un error hacer una inversión tan enorme y entregarla a un ayuntamiento en la ruina. Éste dijo que el ayuntamiento debe llegar allá donde no lo hace la iniciativa privada, como en este caso, pero el afán de Vadillo es controlarlo todo. Dijo además algo muy cierto: si la residencia tuviera una gestión privada, los trabajadores cobrarían el salario estipulado en el convenio y tendrían mejores condiciones laborales, lo que no le interesa a un alcalde que paga sueldos muy bajos y en condiciones precarias.
Con esta situación, con estos precedentes, ¿alguien piensa de verdad que este ayuntamiento, con este alcalde, va a poder gestionar bien esta joya?
Solo nos resta desear que no se cumplan los presagios de tantas personas cercanas a la familia Rasero-Fuentes. De todos modos, y eso fue el único alivio que sentimos al escuchar a Vadillo en el pleno, si el ayuntamiento deja de pagar las cuotas, la residencia volverá a las manos de sus propietarios. Uffffff…
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Portada. Agustín Fuentes, tomando fotos con el móvil de la imagen de Contemporánea, con su hermana Mari Carmen y su cuñado José Luis Rasero.
Foto 2. Familia Rasero-Fuentes.
Foto 3: Vadillo con Rasero
Foto 4: Comedor de la residencia.
Foto 5: Manuel Gutiérrez, portavoz de Ipal.
Foto 6: Vistas del castillo desde una de las terrazas de la residencia.
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