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La agonía de un eucalipto gigante

Confieso que esperé, en vano, que nuestro alcalde al menos respetara los tres enormes eucaliptos del final de las Laderas, los que estaban justo al lado del hermoso “poyo de los viejos” que destrozó también sin piedad este hombre, sin dignarse ni siquiera, no ya a pedir opinión a los vecinos, sino a mostrar el proyecto real a todo el pueblo. Como ha arrasado, enterrándola, la antigua pared de piedra que delimitaba el huerto de las Alcabalas, unos elementos que están protegidos en muchos lugares porque cada vez quedan menos paredes levantadas a base de piedras.

¿Tiene permiso de patrimonio para hacer esto? Lo dudamos, pero le da igual. A este alcalde, en la recta final de su trayectoria política, le dan lo mismo las leyes y los sentimientos de los vecinos, porque solo piensa en él mismo, en aferrarse con uñas y dientes a un poder sin el cual piensa que no será nadie…

Esta tarde he sentido la agonía de un eucalipto enorme, caído derrotado sobre un paseo desconocido, mientras sus dos compañeros gigantes esperaban el hachazo final que iba a producirse poco después.

Supongo que habrá quienes se creerán la milonga de que Ángel Vadillo tala estos árboles porque no son autóctonos, pero para eso podría liquidar todos los que realmente estorban, los que dan para la carretera, ladera abajo. En su última intervención se jactó de adoquinar las laderas con granito por ser un elemento autóctono, cuando hace unos pocos años se empeñó en levantar una torre de hormigón de 35 metros de altura junto al castillo. ¿Era el hormigón también autóctono?

Parece como si se hubiera cebado contra las Laderas porque no consiguió cargarse el castillo, y mira que defendió hasta el final aquel adefesio. Parece como si esta fuera su venganza…

Puede que el paseo quedara bonito si algún día finalizaran las obras que ha prometido, pero por lo pronto se ha llevado por delante unos árboles que nos han cobijado a su sombra, que han sido testigos de promesas de amor eterno, en cuyos troncos se han grabado los nombres de chicas a las que quisimos… Las Laderas nunca hubieran sido lo mismo sin esos árboles, sin esa tierra, sin ese caminito que descendía hasta la carretera, sin esa vieja pared de piedra, sin el poyo de los viejos…

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Portada. Eucalipto enorme derribado, y otros esperando su final.

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