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Un libro para recordar el Alburquerque de los años 50 y 60

 

Con numeroso público se presentó “El altar de los recuerdos”, el libro de Juan Manuel del Pozo (nuestro amigo Manolo), en un acto lleno de nostalgia y emociones, en el que intervinieron Francisco José Negrete, director de AZAGALA, Eugenio López Cano, presidente del Colectivo Cultural Tres Castillos, y Manolo del Pozo, autor de la obra.

Francis Negrete narró cómo se encontró por vez primera con del Pozo. Resulta que un día de romería, cerca de las 7 de la mañana, con bastantes copas de más, él y unos amigos, que no habían llevado coche, decidieron venirse desde Carrión hasta el pueblo corriendo por la carretera. “Éramos todos futbolistas”, señaló Francis, para aclarar que estaban en buena forma, pero aquello fue una locura por la elevada dosis de alcohol en sus cuerpos. Al llegar, sobre las 8 de la mañana, tomaron café en Macareno, se sentaron un rato en la plaza de España y se fueron a sus casas a dormir. Cuando Negrete estaba listo para acostarse sonó el teléfono y lo cogió su madre. Era Manolo del Pozo, que estaba en el pueblo con su poemario “Con lágrimas llegaron sueños” y quería ver a Francis para preparar la noticia para el periódico HOY. Y éste se vistió y marchó a la plaza, rendido y con mucho sueño para encontrarse con del Pozo. Hoy son grandes amigos.

Francis Negrete dijo que “la obra de Manolo del Pozo debería estar en todas las casas de aquellos que nacieron en los años 40, 50 y 60, y también en las de aquellos que quieran conocer cómo era el Alburquerque de entonces, cómo se vivía, a qué se jugaba, dónde se divertían los niños y los jóvenes, las tiendas más populares, los grupos musicales, los festejos, las canciones, los oficios artesanos, las tragedias” …

Posteriormente tomó la palabra Eugenio López, quien trazó un discurso centrado en la importancia que tiene “El altar de los recuerdos”, y pidió al autor que se pare a pensar en ello. Eugenio vino a referirse a que en un pueblo en el que no se trata bien el patrimonio de todos, ni siquiera los monumentos más importantes ni sus lugares más emblemáticos, el hecho de que alguien haya dedicado cuatro años de su vida a rescatar la intrahistoria de Alburquerque, poniéndola en valor a través de la escritura y de su pervivencia para la posteridad, contrasta con la dejadez y la desidia de quienes ostentan el poder. De hecho, lamentablemente, no asistió nadie del gobierno local al acto y, sin embargo, sí lo hizo Manuel Gutiérrez, portavoz de Ipal, demostrado así cómo están las cosas en la política alburquerqueña, en la que tiene que ser un miembro de la oposición el que represente a la corporación en un acto que tuvo a Alburquerque, a sus gentes, a sus vivencias, a sus sentimientos…, como protagonistas.

El colofón lo puso Manolo del Pozo, quien narró varias anécdotas que cuenta en su obra, una de ellas con su amigo “Antoñino” Castaño, quien estaba sentado justo enfrente de él, de manera que ambos contaron la historia de cómo se colaban en los bailes del pueblo subiendo por la reja y saltando por el balcón o cómo se vestían adecuadamente para que los confundieran con los invitados a algún festejo y así poder entrar ellos a bailar.

Del Pozo citó a varios de los cientos de alburquerqueños reflejados en su obra, con palabras que causaron a veces sorpresa, otras risas, y algunas de ellas tristeza, como cuando habló de aquellos que la ribera de Carrión acogió para siempre en su seno: Emilio Martín, Fausto y Aldana…

Tras su intervención comenzó a firmar libros y así estuvo durante más de una hora, personalizando su escrito en cada uno de ellos, señal del cariño y el agradecimiento que mostró hacia todos los que asistieron a este hermoso acto.

El altar de los recuerdos podrá adquirirse la próxima semana en las tres librerías locales.

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FOTO DE PORTADA: Francis Negrete, Manolo del Pozo y Eugenio López.

FOTO 2: Algunos de los presentes esperando la firma de sus libros.

FOTO 3: Manolo del Pozo, autor de la obra.

Fotos: Juan Ramón Duque

 

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