No se llenó la casa de cultura como se esperaba, pero sí hubo mucha gente entregada con Isabel Gemio y su causa en la presentación de su libro “Mi hijo, mi maestro”. Y a Gustavo, su hijo, que padece distrofia muscular y al que nuestra paisana le está dando la vida entera, se dirigió varias veces, y confesó que le había pedido permiso para escribir esa obra con la que pretende recaudar fondos con los que financiar la Fundación que creó para la investigación de las enfermedades raras, o minoritarias, como Isabel las llamó varias veces a lo largo del acto.
Al llegar a Alburquerque y antes de dirigirse a la casa de cultura, Isabel Gemio visitó el Centro de Atención Temprana y Habilitación Funcional de Adifisa. Acompañada por la presidenta, Mercedes Bernal, la directora, Belén Rodríguez, y varios trabajadores del centro, Isabel entró en las distintas salas de tratamiento y se interesó por los usuarios. Allí firmó su primer libro, dedicado a esta veterana asociación.
Ya en la casa de cultura, tras la presentación a cargo de Ángela Robles, directora de la Universidad Popular, intervino el escritor extremeño que presentó la obra, Miguel Carrillo, quien habló de la lucha de nuestra paisana por una causa justa en la que cree con toda su alma. Posteriormente, habló Isabel Gemio, en un discurso perfectamente trazado, sin pausa, sin consultar ninguna nota. Se notó que lleva años entregada en una pelea contra la falta de sensibilidad de una clase política que no invierte en investigación, cuando esta es vital, no solo para generar riqueza y desarrollo, sino para salvar vidas.
Con toda humildad habló de su origen campesino. “Soy del campo y por ello tal vez sea fuerte”, vino a decir. Y recordó a sus padres con una palabra rotunda “decencia”, que retumbó en un pueblo, como el nuestro, donde se necesita mucha más decencia y menos hipocresía y propaganda.
Tiempo tendremos de analizar el gran discurso de Isabel, especialmente en nuestra edición impresa, pero lo cierto es que fue convincente y demoledor.
Posteriormente, subió al escenario nuestro alcalde, Ángel Vadillo, y dijo que “el pueblo quiere a Isabel Gemio”, y presentó a Montse y David Álvarez, que interpretaron una canción dedicada a la popular periodista alburquerqueña, y a los usuarios del centro ocupacional, quienes representaron un trozo del musical “El rey león”.
Pero las muestras de entusiasmo y cariño llegaron al final, cuando Isabel se dispuso a firmar libros en el escenario de la casa de cultura. Más de cien personas se arremolinaron a su alrededor para conseguir su firma y fotografiarse con una Isabel entregada. Reconoció a varios alburquerqueños, como Fefi Ventura (su amiga la “valeriana”), Feli Pardo, o Manuel Gutiérrez, quien por cierto lleva años reivindicando un homenaje a Isabel en su pueblo y ponerle el nombre de una calle.
Charló también con Loli Mariscal, quien escribió hace ya más de una década un artículo hablando de que Isabel no es tratada en Alburquerque como merece y pidiendo también justicia con ella.
Isabel Gemio lo merece desde hace mucho tiempo y es increíble que nuestras autoridades no le hayan dedicado un reconocimiento del que sería Alburquerque el primer beneficiado. Por lo pronto, a ella la vimos correspondiendo con generosidad a las peticiones de los alburquerqueños, y eso es lo más importante.
Nosotros, desde esta humilde publicación, llevamos también años demandando un homenaje a nuestra paisana. Tal vez antes de las elecciones…
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FOTO 1: Isabel Gemio junto a usuarios del centro ocupacional que representaron un trozo de El rey león.
FOTO 2: Nuestra paisana, firmando el libro a Manuel Gutiérrez, su esposa Conchi, Feli Pardo. Detrás, Fátima Bozas, hija de Fefi, esta última amiga de siempre de Isabel.
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