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Nani Gamero, la alburquerqueña que hizo realidad el sueño americano

Este mes de octubre ha hecho un año del fallecimiento de la alburquerqueña Juana Gamero de Coca, conocida en el pueblo desde siempre como Nani, una mujer que colaboró con nosotros durante un tiempo en la revista La Glorieta verdadera, de la que fue suscriptora y la recibía en Estados Unidos, a donde marchó muy joven para aprender inglés y donde se quedó para siempre, aunque visitaba de vez en cuando Alburquerque.

Desde su infancia fue una chica muy amigable, abierta, inquieta… Era muy guapa, de hecho en 1975 fue dama de honor de las fiestas patronales de Alburquerque.

Nani vivía en Middlebury, una localidad del estado norteamericano de Vermont, donde murió mientras dormía el 6 de octubre de 2017. Fue profesora asociada de Español del Middlebury College, donde trabajaba desde 2004. Era hija de German Gamero de Uña y María del Carmen de Coca Alonso, ambos fallecidos en Alburquerque.

Diversos medios de comunicación americanos publicaron obituarios de esta alburquerqueña y nosotros le dedicamos un reportaje especial de 4 páginas en el número 98 de la edición impresa de AZAGALA y una página más en el número 99.

Vamos a reproducir para nuestros lectores de esta edición digital una de las páginas que le dedicamos a esta alburquerqueña que conquistó el corazón de América. Decía así un medio de comunicación norteamericano.

“Juana creció en Alburquerque, en la región española de Extremadura, donde su padre criaba cerdos que producen los jamones más famosos del mundo, con un sabor que le facilitan las bellotas de los robles (quercus) que le dan nombre al pueblo. Cuando era niña y adolescente, fue a escuela en Valladolid, y vivió en casa de la familia de su madre. Estudio psicología en la Universidad Autónoma de Madrid. Entre finales de los 70 y principios de los 80, vivió en la capital de España, donde experimentó por primera vez un periodo de liberación y cambio en su país que le afectaron profundamente. En 1985, viajó a Washington, D.C para trabajar y decidió quedarse en Estados Unidos.

Formó una familia en este país y continuó sus estudios en las universidades de Pittsburgh, en la de Nuevo México y en la de Wisconsin-Madison, donde obtuvo el doctorado en Literatura Española Contemporánea, hasta que en 2004 aceptó un trabajo de Español en el Middlebury College, donde más tarde ejerció también como directora de Estudios Europeos.   Sus investigaciones incluyeron la literatura española de los siglos XX y XXI, con un enfoque de género. Además, publicó muchos artículos y tres libros: “Nación y Género en la Invención de Extremadura: Soñando Fronteras de Cielo y Barro” (Mirabel, 2005), “La Mirada Monstruosa de la Memoria” (Libertarias, 2009), y “Sexualidad, Violencia y Cultura” (Desde Abajo, 2013).

Con su distinguido sentido de la moda y su efusiva personalidad mediterránea, Juana destacó entre los nativos de Vermont y encontró un hogar en Middlebury, donde fue querida por estudiantes, colegas, vecinos y amigos.

Estaba especialmente orgullosa de sus hijas Carmen María Fleming y Ana Isabel Fleming, ambas graduadas del Middlebury College (2010 y 2017, respectivamente) y ahora residentes en Nueva York.

Permaneció cerca de su ex esposo David Fleming y le sobreviven sus hermanas Francisca Gamero de Coca, Germán y María del Carmen. Incluso desde muy lejos, tenía un vínculo  especial con sus muchos sobrinos en España. Juana dejó huella donde quiera que estuvo.

El compañero de Juana, Ricardo Chávez Castañeda, de la Ciudad de México, autor e instructor de español en el Middlebury College, ofrece estas palabras en su honor:

Juana nació en un pueblo construido en las laderas de una montaña —Alburquerque— en cuya cima hay un castillo y murallas. Ella no necesito de ningún cuento para ser la guerrera que combatía los dragones de la injusticia, para convertirse en el hada ante cuyos poderes mágicos el mundo cambiaba, la reina madre que crió a otras dos mujeres dignas de un reino. Ella sola se bastó para hacer de su vida una historia fantástica. Y nosotros, quienes tuvimos la suerte de conocerla, formamos parte de alguno de los capítulos fabulosos de su existencia. Hoy el bello cuento se termina y de pronto nos encontramos en la aridez y delación del mundo real, y sin embargo nos tenemos a nosotros mismos para contarnos y recontarnos la historia de la mujer que fue guerrera, hada, reina, diosa…”.

En la capilla de la Universidad se le hizo un homenaje que reproducimos también en el número 98 de AZAGALA.

 

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